El diéselgate deja también en el aire las etiquetas ambientales de la DGT utilizadas en las grandes ciudades para restringir el tráfico en función del nivel de contaminación de los vehículos. Los ecologistas denuncian que estos distintivos funcionan bajo criterios engañosos.
El diéselgate es la alteración, mediante un software instalado en los vehículos, de los resultados de los controles de emisiones contaminantes de automóviles con motor diésel, de modo que este programa registra menos contaminación de la que se produce. Por ello, si las etiquetas de la DGT se basan en los parámetros de los coches trucados, son engañosas.
Medidas propuestas
Los diésesl bajo las normas Euro 4 y 5 (matriculados entre 2006 y 2014), que deben llevar una pegatina B, emiten en teoría 250 microgramos de NOx (óxidos de nitrógeno), cuando algunos estudios afirman que estos motores emiten 1.000 NOx. Por ello, los ecologistas piden un cambio de etiquetas que se ajusten más a la realidad.
En esta línea, los activistas denuncian que los coches con etiqueta verde, la C, pueden emitir hasta 12 veces lo permitido. Por lo tanto, las etiquetas crean confusión y respaldan la "publicidad engañosa de fabricantes y vendedores".
La DGT no cambia nada
La propuesta de los ecologistas pasa por excluir de la etiqueta amarilla a todos los vehículos vendidos antes del 2015, por lo que se verían afectados por las restricciones de los ayuntamientos en función de la contaminación del día y de la zona de la ciudad. Los matriculados a partir de entonces deberían pasar de verde a amarilla.
La DGT, por ahora, no cambiará nada.