La educación se enfrenta a un reto sin precedentes. Con el auge de internet, los videojuegos y los smartphones y su uso a cada vez más temprana edad, a los profesores les cuesta mucho captar la atención de sus alumnos. Sobre todo a la hora de estudiar y desarrollar sus mentes, cuando éstas están puestas en los juegos de acción que les esperan en casa. Es acuciante convertir la enseñanza en algo entretenido que tengan ganas de hacer y el tangram juega un papel esencial en ello.
Hay asignaturas, como la Filosofía o la Literatura, que se aprenden a golpe de lectura y estudio intenso. Pero hay otras mucho más prácticas, como las matemáticas, que necesitan un desarrollo intelectual, numérico y conceptual para ser adquiridas a un nivel subconsciente. No basta con explicar a los más pequeños que 2+2 son 4. No pueden aprenderlo de memoria. Necesitan interiorizar el concepto de suma y comprender cómo funciona. Es decir, necesitan un entendimiento práctico que a veces se vuelve muy pesado de adquirir.
En la última década hemos importado numerosos juegos educativos de Asia que ayudan a este necesario desarrollo cerebral. Y es que en cuestión de matemáticas, el continente asiático sabe bien cómo defenderse. Un ejemplo claro de ello es el ejercicio japonés del sudoku, que ha sustituido a los clásicos crucigramas en Occidente. Ahora es el turno del juego de tangram, perfecto para niños, mayores y ancianos.
¿Qué es un tangram?
Este ya famoso tangram es un rompecabezas chino que se compone de siete piezas geométricas: un paralelogramo o romboide, un cuadrado y cinco triángulos diferentes. Todas juntas suman un cuadrado dividido en siete partes distintas. El objetivo original del juego era conseguir crear siete figuras diferentes, en las que dichos bloques se toquen pero no se superpongan nunca. Sin embargo, hoy en día existen más de 10.000 diseños. Parece tarea sencilla, pero lo cierto es que este pasatiempo requiere ingenio, imaginación y mucha paciencia.
El origen del tangram es desconocido, pero sus primeras apariciones se sitúan en China a principios del siglo XIX bajo el nombre de Chi Chiao Pan, cuya traducción literal es “tabla de sabiduría”. Hacia 1818 ya había también libros sobre este juego en algunos lugares de Europa y Estados Unidos, indicando que era un entretenimiento popular para esa época. Y es que sus características pedagógicas son muy destacables.
Puede parecer algo sencillo, pero lo cierto es que jugar al tangram supone un enorme estímulo para la creatividad de jóvenes y adultos, haciendo más sencillo para los docentes la explicación de la geometría plana y el impulso de capacidades que se adquieren a temprana edad, como la psicomotricidad, la coordinación visomotora, la atención, la percepción y la memoria visual, el pensamiento abstracto, la imaginación, las relaciones espaciales, la orientación, la estructuración del espacio en figuras y fondos, la lógica, la matemática, la resolución de problemas o el intelecto.
Y la cosa va más allá, porque este no es solo un puzle para niños. El tangram también puede ayudar a mejorar las habilidades mentales de adultos y, en particular, de personas con problemas psicológicos o neurológicos, como senilidad, alzhéimer o patologías derivadas de la edad. Por ello se considera un entretenimiento lúdico de carácter psicológico y pedagógico muy efectivo y se está impulsando su empleo en muchas escuelas, asociaciones y centros de ayuda psicológica.
¿Cómo funciona este rompecabezas chino? La configuración variable y versátil de sus siete piezas permite crean miles de composiciones diferentes, haciendo de él un juego matemático. Para ello cuenta con una serie de reglas a seguir, como cualquier juego de astucia que se precie. No se pueden añadir o eliminar figuras, hay que utilizar siempre siete. Tampoco pueden superponerse o colocarse en diferentes profundidades. El tangram es un puzle plano. Más allá, la libertad para crear los diseños es total.
Trucos para hacer figuras imprimibles de tangram
¿Cómo hacer un tangram?
Para hacer uso de este rompecabezas chino, deben realizarse figuras a partir de un cuadrado, que el propio juego ya suele llevar incluidas en un cuaderno. Este puzle pedagógico viene también con pistas visuales a dos niveles de dificultad: una más sencilla con las figuras indicadas a modo de plantilla; y otra más complicada en la que te muestra las soluciones finales de la figura sin los pasos a seguir para conseguirla.
Sin embargo, este entretenimiento no requiere un gasto de dinero, si queremos evitarlo. Existen multitud de diseños de tangram para imprimir o los puede dibujar uno mismo. Para ello lo mejor es optar por una hoja de cuadrícula. En ella se dibuja un cuadrado de 10 centímetros por cada lado. A continuación se trazan dos diagonales: una que une dos esquinas opuestas (A) y otra, paralela a la primera, que una dos lados consecutivos de dicho cuadrado (B). Después hay que dibujar la diagonal opuesta (C), pero en vez de llevarla hasta el final, se trazará únicamente hasta que se corte con la segunda línea que se dibujó antes (B).
Una vez tenemos el cuadrado total y tres líneas cruzando (A, B y C), hay que tomar el punto donde se cruza la media diagonal (C) con la segunda raya que se dibujó (B). Es necesario unir ese punto, en una recta, con la diagonal primera que se trazó (A). A continuación, busca el punto inferior en el que la línea B se une con el cuadrado. De ahí traza otra diagonal, que se cruce con la línea A. Finalmente, tenemos el dibujo geométrico original dividido en siete figuras diferentes, cinco triángulos, un cuadrado más pequeño y un romboide rectangular con los lados inclinados. Ahora solo tienes que recortar las piezas y ya tendremos un tangram hecho a mano.
El tangram es un juego muy antiguo, pero sus fundamentos siguen utilizándose hoy en día para elevar nuestro conocimiento, nuestras capacidades mentales y nuestro intelecto. Ya sea un tangram infantil o se emplee en la promoción de personas mayores, sus usos, la simplicidad que tiene conseguir uno y sus cualidades lo convierten en un juego lúdico muy efectivo en el campo de la pedagogía.