La solidaridad de los mallorquines con los afectados por las trombas de agua de esta semana ha alcanzado este 12 de octubre, día festivo, un carácter masivo, a pesar de los llamamientos hechos por las autoridades para que quien desee ayudar, llame antes al teléfono 012, con el objetivo de racionalizar las tareas de cara al fin de semana.
A las 9.00 de la mañana cientos de voluntarios se habían alistado ya en la mesa instalada en la plaza del ayuntamiento de Sant Llorenç des Cardassar, una de las localidades más afectadas, donde esperaban instrucciones.
"Extremar precauciones"
Agentes de Protección Civil recuerdan que queda mucho trabajo por hacer en los próximos días. E instan a "extremar las precauciones" a la hora de trabajar y a "ser autosuficientes" en material y comida. Aunque en la plaza de la Iglesia se distribuían palas, cepillos, cubos, productos de limpieza, y en una carpa de la Cruz Roja se servía café, refrescos, fruta, galletas y magdalenas.
Material como este, además de ropa de hogar y de vestir, se almacena en el teatro municipal, otro de los centros de operaciones de los voluntarios y al que afluyen vecinos necesitados que han perdido sus enseres entre el fango.
Ayuda y donaciones
Empresas y particulares han acudido hasta el pueblo con todo tipo de donaciones y la solidaridad continúa, asegura la concejala de Policía, Dolores Sánchez, que insiste en que el consistorio agradece mucho el respaldo generoso de particulares y empresas, pero alerta de que el exceso de recursos puede entorpecer el trabajo.
Al margen de los cauces oficiales, muy superados, por el pueblo circulaban buscando dónde ayudar decenas de grupos de jóvenes y adultos, con todo tipo de útiles para retirar barro y achicar agua, venidos de Palma, Manacor, Capdepera, Vilafranca o de la parte alta del mismo Sant Llorenç.
Riesgos
Esta avalancha "imposible de controlar", que los responsables del operativo agradecen y temen, tiene consecuencias peligrosas: un policía relata que a primera hora ordenó salir a una treintena de trabajadores solidarios de una casa que ayer precintó por riesgo de derrumbamiento.
Las autoridades cifraron ayer en 800 los voluntarios y advirtieron de que no hacían falta más hoy, pero el voluntarismo ante la tragedia tiene su propio impulso.