El Monasterio de Sant Miquel del Fai es una de las visitas obligadas más sorprendentes para quienes pasan por Barcelona. Se encuentra a tan solo 50 kilómetros de la capital catalana y es uno de esos lugares que enamoran. La iglesia, en lo alto de una montaña y suspendida sobre el acantilado (parece magia), deja una de las visiones más especiales de la cordillera catalana. Un tesoro escondido conocido por pocos, situado en medio de un precioso entorno natural cerca de la localidad de Bigues i Riells.
Cuando accedes al paraje natural, todo capta los sentidos. El Monasterio de Sant Miquel del Fai pende casi del risco de la montaña en lo alto, presidiendo un espacio donde la roca y el agua campan a sus anchas. La ruta del Monasterio de Sant Miquel del Fai es una caminata espectacular, que puede hacerse a pie o en coche para llegar al emplazamiento histórico. La visita a la iglesia cuesta 8 euros, pues el recinto tiene dueños y es de propiedad privada. Pero pagarlos merece la pena. Por las vistas que ofrece del sistema montañoso, con el salto del río Tenes humedeciendo el ambiente con su frescura y el sonido del agua.
Un milenio
Si el paisaje de ensueño no fuera suficiente, el monasterio lo será. La plaza de la Abadía es la que recibe al viajero y visitante, repleta de canales y lagunas de agua que se filtra de las montañas con el deshielo y las lluvias y que surge a través de la imponente roca, la base misma del monasterio.
La historia de este lugar es antigua, muy antigua. La fecha de su fundación no ha sido registrada, pero hay datos que sitúan frailes viviendo en la abadía desde el año 1006. Sin embargo, la comunidad era muy reducida y entró en declive hacia 1567, cuando perdió su carácter religioso y pasó a depender de la diócesis de Girona, que lo transformó en un santuario. En 1936 terminaron finalmente sus actividades religiosas, convirtiéndose en un espacio privado como el que es hoy en día.
¿Cómo es posible este paraje natural? Pues porque la iglesia en sí misma se construyó en el interior de una cueva, con una puerta románica apoyada en columnas y rematada con capiteles que le confieren un carácter muy solemne. Del interior original solo quedan algunos restos del altar mayor. También son visibles las lápidas de los antiguos abades. El resto de la casa del monasterio es de estilo gótico, procedente del siglo XV. Hoy en día mantiene su disposición original, a pesar de haber sido un hostal durante muchos años.
El Monasterio de Sant Miquel del Fai es el perfecto ejemplo de inclusión en la naturaleza, pues su entorno natural es perfecto. Está enmarcado en los despeñaderos rocosos de Cingles de Bertí, un sistema montañoso que separa las localidades de Vallès Oriental y Moianès. El agua fluye a placer entre las piedras, con cascadas, saltos de agua y riachuelos que se despliegan por el monasterio de forma natural.
Ruta de cascadas del Monasterio de Sant Miquel del Fai
¿Qué ver en Sant Miquel del Fai?
Existen muchísimas rutas naturales cerca del Monasterio de Sant Miquel del Fai, en donde los paisajes pedregosos, las cuevas y los saltos de agua son los protagonistas. Entre ellos destaca el puente románico que da entrada al recinto del monasterio. Visitarlo cuesta 8 euros, como decíamos anteriormente, e incluye una visita guiada muy recomendable.
La visita comienza en la plaza de la Abadía, un lugar cercado por las rocas, bajo las cuales se ha creado una laguna natural. Este espacio está custodiado por una de las construcciones más destacadas y en mejor estado del monasterio, la casa del priorato. Un perfecto ejemplo de arquitectura gótica en donde tomaban asilo los monjes de épocas anteriores que habitaban el recinto.
Una iglesia bajo una roca
A continuación, la ruta por el Monasterio de Sant Miquel del Fai nos lleva hasta la Iglesia de Sant Miquel. Una diminuta y acogedora capilla del siglo X, la única de estilo románico que está construida bajo una piedra, siendo la propia roca de la cueva el techo del espacio religioso. Para descansar un rato pasamos a la sala de lo audiovisual, donde nos contarán toda la historia y leyendas del lugar. Por supuesto, ninguna visita estará completa sin pasar por el museo, que cuenta con objetos tan sorprendentes como fósiles de la era neolítica y capiteles de la antigua iglesia.
A partir de este momento, el resto de la ruta será a campo abierto. O más bien a montaña, porque el monasterio tiene unas escaleras serpenteadas y sinuosas que bajan por la ladera de la montaña hasta la Cueva de Sant Miquel. Ésta fue descubierta en 1836 y es un lugar que invita al retiro. Con formaciones de roca en suelo y techo, luz tenue y silencio absoluto, donde todo lo que se oye son los pequeños lagos que bañan este recoveco.
Al subir de nuevo, encontramos la plaza del Repòs, un mirador espectacular con la estatua del escrito Josep Pla en una esquina. Está ahí también el Lago de las Monjas, oculto bajo la roca y con leyenda incluida. Por un camino estrecho a través del interior de la montaña llegamos al salto de agua del río Tenes, una cascada imponente que completa el recorrido.
¿Cómo llegar en coche al Monasterio de Sant Miquel del Fai?
El Monasterio de Sant Miquel del Fai está a 50 kilómetros de Barcelona, por lo que es muy sencillo hacer una excursión de día desde la capital catalana. Para llegar podemos coger el autobús que sale desde la Estació del Nord. O, si lo preferimos, podemos ir en coche por la carretera C-59 en dirección al pueblo de Sant Feliu de Codines. Cuando estemos llegando a esta localidad, comenzaremos a ver indicaciones que conducen hasta el mismísimo monasterio.
Al llegar, hay un aparcamiento gratuito al aire libre. El precio de la entrada es de 8 euros, aunque los menores de 12 años solo pagan la mitad. Lamentablemente, en la actualidad se encuentra en obras de rehabilitación y aún no hay una fecha de apertura. Sin embargo, desde el monasterio nos informan de que es cuestión de semanas, con fecha estimada en 2018.