Septiembre, según el INE, es el mes rey de las bodas civiles o religiosas, 173.454 en 2017, que se celebran en España. Y de paso, más de 300.000 despedidas del celibato. Pero el desmadre de los jolgorios, con mujeres coronadas con diademas de penes y hombres vestidos de sátiros, alboroto y borracheras, ha puesto en guardia a ayuntamientos, compañías aéreas, trenes, hoteles, casas rurales y bares. 

Estas celebraciones, en la quincena previa a los “días B” (de boda), suponen un negocio en auge desde hace cinco años fomentado por grupos extranjeros. Ya mueve, según cálculos del sector, más de 400 millones de euros al año. Madrid sigue siendo la capital en estas noches locas, pero también Sevilla, Granada (ellas), Málaga, Alicante, Barcelona y Salamanca. La edad medida de los desposados, 35 años los hombres y 33 las mujeres de acuerdo con las estadísticas, conforma un turismo atractivo por su poder adquisitivo.

Un grupo de chicas disfrutan de un despedida de soltera

Un grupo de chicas disfrutan de un despedida de soltera

Paquetes exóticos

Internet se ha llenado de agencias que organizan este tipo de eventos. Ofrecen paquetes low cost desde 30 euros, con cena y espectáculo, a los 120, con alojamiento y otras actividades como spa, karting, paintball… Las despedidas VIP, con regalo incluido, puede llegar a 1.000 euros. Tratan de alejarse del perfil de equipo con vestimenta dando bandazos por la calle, con barra libre de bebida y comportamiento.

Una agencia de Sevilla ofrece despedidas para ellas y ellos antes de dar el “sí quiero” por 54 euros, más algún complemento como limusinas, barra libre, menús afrodisíacos o con picante lésbico, striptease “con chicas y chicos de infarto” y “espectáculos eróticos de describir con palabras”. Con reclamos como “porque no nos casamos todos los días”, también abundan las ofertas de circuitos con spa, tuppersex, danzas del vientre, bicibirras, paseos en barco en Barcelona, suelta de vaquillas en Cádiz y charangas matraconas en Zaragoza y Logroño.

Triángulo conflictivo

El fenómeno, según el sociólogo Luis Fernández de Vega, ha traído una nueva guerra urbana. “De un lado --explica-- están los jóvenes que quieren pasarlo bien; de otro, los empresarios que se forran con ello, y en el otro los hosteleros tradicionales y los vecinos hartos de la pésima imagen que dan en plena calle. En medio, los ayuntamientos, que intentan conciliar posturas”.

Es el caso de Madrid, Granada o Málaga, ciudades preferidas en otoño. En un fin de semana han llegado a coincidir en sus calles más de 20 fiestas fin de celibato. Ante las quejas vecinales, los ayuntamientos han potenciado patrullas policiales específicas para controlarlas. Persiguen especialmente los cánticos y el consumo de alcohol en la vía pública. El año pasado formalizaron más de un centenar de sanciones.

En Conil (Cádiz), destino ideal, la policía levantó el pasado un fin semana 33 actas por ruido y escándalo de los participantes. Se aplica la normativa aprobada hace menos de año ante la llegada del grueso de la temporada. “No queremos ser el paraíso de la juerga nocturna”, ha asegurado su alcalde, Juan Manuel Bermúdez.

Un grupo de amigos celebran una despedida de soltera en plena calle

Un grupo de amigos celebran una despedida de soltera en plena calle

Ni ingleses ni alemanes

La Asociación Empresarial Madrileña de Agencias de Viajes (AEMAV) denuncia un aumento descontrolado de "despedidas organizadas" por entidades desconocidas. La brutal desinhibición que se alcanza por solteros y compañía ha llevado a numerosos bares de La Rioja, Sevilla, Salamanca, Granada y Málaga a colgar el cartel: "No se atienden despedidas de soltero. Disculpen las molestias".

Varias agencias turísticas y negocios hoteleros españoles se niegan a organizar estas fiestas si los clientes son británicos o alemanes. Aseguran que son los más conflictivos y que originan altercados y grandes destrozos. “Se ponen fatal cuando beben alcohol. No queremos este turismo de garrafón”, asegura un empresario alicantino.

Fuera del AVE y aviones

La línea del AVE ha registrado cinco incidentes serios en los dos últimos años en las líneas Madrid-Sevilla y Madrid Málaga. Ante las molestias y provocaciones de un grupo, la compañía requirió el pasado julio a la Policía Nacional. Fueron apeados en Córdoba y han sido demandados por daños y perjuicios, ya que el tren llegó a su destino con 21 minutos de demora y Renfe tiene que devolver a los viajeros el 50% del importe del billete.

Ha dejado de ser noticia el desalojo de pasajeros semidesnudos y beodos del Reino Unido en pasajes aéreos con destino a Baleares, Andalucía y Levante. Compañías como la irlandesa Ryanair  han pedido un mayor control de la venta de alcohol en los aeropuertos y a sus tripulaciones que vigilen mejor la subida de grupos indeseables.

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