Abdelbaky Es Satty, el imán de Ripoll y cabecilla de los atentados del 17A en Barcelona y Cambrils, instaba a “matar infieles”. Lo hacía a través de los altavoces de la mezquita nueva de la localidad, cuando pronunciaba sus sermones. Su radicalización era conocida por la comunidad, según declararon ante los Mossos d’Esquadra los familiares de los terroristas que atacaron el centro de Barcelona el verano pasado.
Esto se desprende de las miles de páginas del sumario sobre el caso, que tras el levantamiento del secreto van desvelando nuevas informaciones sobre la investigación. El Periódico publica este miércoles que entre los musulmanes que acudían a la mezquita era sabido que “estaba relacionado con temas de terrorismo y que era muy radical”, según Halima Sekkouri, la esposa del dueño del locutorio de Ripoll, Salh El Karib.
Proceso de radicalización
Youssef Aalla, los hermanos Driss y Moussa Oukabir, Omar Hichamy y Younes Aboutaqoub –el conductor de la furgoneta– fueron algunos de los jóvenes que el imán captó y radicalizó, según las declaraciones de sus familias. “Desde que llegó a Ripoll todos los chicos jóvenes empezaban a rezar bien y los padres se alegraron porque pensaron que eso era bueno”, dijo el padre de Younes, Omar Abouyaqoub.
Se produjo un cambio, según Sadiq Houi Chemlal, el hermano de uno de los yihadistas: “Eran más religiosos, decían menos palabrotas y cambiaron su forma de tratar con las mujeres”. El padre delos hermanos Said y Youssef Aalla, Brahim, coincidió ante la policía catalana en que sus hijos empezaron a rezar con la llegada de Es Satty y que “dejaron de lado las sustancias estupefacientes y el alcohol”, pero admitió que “pasaban demasiado tiempo en la mezquita”.
Créditos a bancos
Para financiar los ataques, la célula de Ripoll intentó conseguir créditos en varios bancos. Todavía se investiga si finalmente lo consiguieron, pero varias llamadas telefónicas han permitido descubrir que intentaron contratar microcréditos de hasta 300 euros. Es un método al que ya han recurrido miembros del Estado Islámico para perpetrar otros atentados, según La Vanguardia, como fue el caso de los terroristas que atacaron la sala Bataclan de París en 2015, que usaron el dinero para comprar las armas.