El periodista holandés Olivier Van Beemen publicó el pasado marzo su libro Bier voor Afrika (Cervezas para África: el secreto mejor guardado de Heineken) en Holanda. La investigación ha destapado un escándalo que ha llegado hasta el Parlamento europeo. En su libro relata los casos de abuso y acoso sexual que sufrieron las azafatas y chicas de promoción de la firma y cómo Heineken intentó silenciarlo. Finalmente, la compañía, y tras una investigación interna, ha admitido los casos y ha introducido mejoras en su protocolo de conducta empresarial.
—Pregunta. Ha estado cinco años investigando los presuntos casos de acoso sexual de trabajadoras de Heineken en África.
—Respuesta. Sí. Y después de cinco años de indagación, algunos académicos consideraron que era casi una tesis doctoral. Esto me animó y en la actualidad estoy escribiendo una tesis sobre el asunto en la Universidad de Ámsterdam.
—Usted denuncia que un número alto de azafatas que trabajaban en la compañía sufrieron acoso sexual por parte de los altos directivos de la empresa.
—Sí. Muchas de las mujeres que promocionaban la firma en los bares y azafatas en los eventos han sido víctimas de acoso sexual por parte de clientes, directivos y empleados de Heineken. Y este número es considerablemente más elevado que las 13 chicas de Mozambique que surgieron de una investigación interna, según ha publicado El País. Para muchas chicas el acoso sexual es visto como una parte de su trabajo. Si no lo aceptan tienen que buscarse otro trabajo. No solo es acoso, sino que en algunos casos se les presiona o fuerza para que vayan a la cama con clientes o con sus superiores si quieren mantener sus empleos. También hay mucha prostitución alrededor de este trabajo. Las chicas son invitadas a pasar la noche con clientes y lo hacen para ganar más dinero de lo que ganarían por sus actividades de promoción de la marca.
—En el libro también aparece la versión de la compañía. ¿Cuál ha sido la reacción a la publicación del libro?
—Tuve muchas entrevistas con los directivos, incluido su CEO y el director en África. La empresa también ha leído el libro antes de su publicación. Han negado muy poca de la información que he publicado y, en algunas ocasiones, tenían otra visión de los hechos. La primera vez que les pregunté sobre estas chicas que promocionaban la marca, dijeron que solo había unas 200 en dos países de África. Ahora admiten que son más de 4.000 en 14 países.
—¿Cuál ha sido la reacción en Holanda de que una de sus compañías más importantes esté presuntamente implicada en lo que usted relata en el libro?
—Ha habido muchas reacciones y algunas de muy indignadas. Un banco decidió retirar sus inversiones de Heineken al considerar que no es una compañía fiable. Los políticos han formulado preguntas en los parlamentos nacional y europeo y de forma casi unánime han votado una moción que hace un llamamiento a mejorar las prácticas y comportamientos dentro de las compañías. En el pasado reciente, la compañía ha recibido subvenciones por un valor total de siete millones de dólares para invertir en África y los políticos quieren buscar una manera para recuperar el dinero. El ministro de Comercio llamó al CEO de Heineken, Jean-François van Boxmeer, para preguntarle sobre lo sucedido e instarle a hacer mejoras. También recibo mensajes de gente que quiere boicotear sus productos o de un empresario que ha decidido cancelar su contrato con la compañía por su mala conducta empresarial.
También muchos holandeses están orgullosos de Heineken. La compañía ha tenido éxito conquistando el mundo con un sabor y una cerveza muy acuosa que es todo un logro. Hay un componente de espíritu aventurero y emprendedor que nos recuerda los tiempos en que los holandeses fueron uno de los actores comerciales más importantes del mundo. Esta imagen tan positiva ahora está salpicada por todos los escándalos que revelé sobre los negocios de Heineken en África.
—¿Me puede poner algún ejemplo de alguna de la gente que fue testigo de estos supuestos abusos?
—Hablé con tres chicas en Nigeria y con representantes de venta y directivos de otros países que me confirmaron los abusos. También hablé con muchos expatriados en Europa que estaban al corriente de las condiciones en las que habían que trabajar estas mujeres.
—¿Cómo es que está historia se ha destapado tantos años después? ¿Heineken pagó por su silencio? ¿El hecho de que la compañía desarrollará un programa de ayuda al VIH puede haber contribuido a este silencio?
—A principios de este siglo, las condiciones de promoción de las niñas en el sudeste asiático fue un problema que causó indignación pública. En 2004, Heineken creó una política a nivel de toda la compañía para mejorar sus condiciones, con normas tales como proporcionar transporte de regreso a casa después del trabajo, prohibir el consumo de alcohol durante el trabajo, indumentaria decente, etc.
En aquel entonces, Heineken era consciente de que las chicas en África también sufrían acoso, pero decidió no prestarle ninguna atención. Como usted señala, había lanzado un programa exitoso contra el SIDA en África: brindaban tratamiento gratuito a los empleados y sus familias. Este programa recibió mucha atención positiva por parte de Heineken, incluso del Congreso de los Estados Unidos, y hubiera interferido con los casos de abuso a las jóvenes promotoras de la marca Heineken.
Probablemente tampoco ayudó que Van Boxmeer, CEO desde 2005, tuviera una relación con una de estas chicas de promoción, cuando era gerente en el Congo. Lo admitió durante la reunión anual de accionistas esta primavera. Han anunciado nuevas medidas, pero son casi idénticas a las de la política de 2004.
—¿Cuál era la edad media de estas azafatas?
—En la mayoría de los países tenían más de 21 años. Pero parece que el control de edad y registro no era muy preciso de acuerdo con la investigación interna que llevaron a cabo.
—¿Cuáles son los puntos más centrales de su investigación periodística?
—El asunto de las chicas de promoción es solo uno de las muchas prácticas que he investigado. También he descubierto vínculos entre Heineken y dictadores de África, evasión de impuestos, corrupción de alto nivel y otras prácticas empresariales que son escandalosas para una compañía que usa el eslogan Elaborando un futuro mejor.