La boda del príncipe Harry y la ex actriz Meghan Markle, ahora duques de Sussex, ha sido una de las más esperadas e importantes del 2018. La joven pareja constituye una de las figuras de la realeza más populares y con mayor número de seguidores del mundo entero. Sin embargo, con este enlace consiguieron aumentar su popularidad de forma considerable. Y es que tienen a todo el mundo entusiasmado con su historia de amor y sus valores. Si bien esta boda iba en principio contra las normas y tradiciones de la casa real, los duques de Sussex han conseguido darle la vuelta a todo, trayendo la modernidad a la monarquía británica y adaptándola a los nuevos tiempos. En el momento anterior a la boda y durante la ceremonia transcurrieron determinados hechos que han supuesto una renovación completa de la imagen de la familia real.
Los invitados
Entre los invitados al evento pudimos distinguir a un gran número de asistentes tanto de la familia real británica como del mundo del espectáculo y el deporte. Por parte de Meghan Markle acudieron casi todos sus compañeros de reparto de la serie Suits, como Patrick J. Adams, Gabriel Macht o Sarah Rafferty. Por otra parte, las parejas más famosas del mundo entero, los Beckham y los Clooney, iban impecables y elegantes.Hay otro detalle curioso con las invitaciones de boda, puesto que en las mismas se refería a Meghan Markle como Ms. en lugar de Miss, al contrario de lo que ocurrió en el caso de la boda de Kate y William unos años atrás. Esto se debe a que la ahora duquesa de Sussex estuvo casada durante dos años con el productor de cine Trevor Engelson, y en Inglaterra Miss es una formalidad que usan únicamente la mujeres que contraen matrimonio por primera vez.
Los regalos de la boda
En lugar de hacer una lista de regalos con todo tipo de artículos caros o poner el número de la cuenta corriente para el ingreso de dinero, como es habitual en las bodas de hoy en día, los duques de Sussex prefirieron que todos los invitados de la boda realizaran donaciones a siete organizaciones benéficas elegidas por ellos mismos.Estas organizaciones no fueron elegidas por tener relaciones personales con los duques, sino porque representan valores y causas que les apasionan, como el empoderamiento de la mujer, el cuidado del medio ambiente o la lucha contra el VIH.
La llegada de Meghan de Sussex
Desde que empezamos a oír hablar de Meghan Markle supimos que se trata de una mujer que luchaba por el empoderamiento femenino, con un discurso muy feminista. Ha aprovechado su participación en numerosas charlas, conferencias y recibimientos para propagar su mensaje. Esta actitud fuerte la demostró también el día de su boda. Su padre no pudo acompañarla al altar por motivos de salud y acudió sola a la Capilla de San Jorge. Llegó con el look natural que siempre ha caracterizado su estilo y con el vestido de novia de la marca francesa Givenchy, firma de la inglesa Clare Waight Keller. El corte era puro y minimalista, sin excesos ni bordados imposibles. Meghan optó solo por lucir una increíble tiara y unos pendientes también muy delicados, lo que parecía dar un mensaje claro: ella era la que importaba el día de su boda.
El sermón del reverendo Michael Curry
Posiblemente el sermón del reverendo Michael Curry, de Estados Unidos y escogido por la pareja, fuera el momento más sorprendente de todo el transcurso de la boda. En Inglaterra, donde las tradiciones y la forma de concebir la religión son muy distintas a las de Estados Unidos, el hecho de que el reverendo hablara durante su sermón del amor y de la importancia para construir un mundo mejor, dejó a los asistentes sorprendidos.
Pero una de los aspectos que más llamó la atención de todos fueron las formas de su discurso, muy exaltadas para lo que la sociedad británica tiene por costumbre. Fueron palabras que transmitían mucha energía, que recordaron a los asistentes la fuerza imparable que tiene el amor. Pero también hizo referencia a la esclavitud y a la libertad, mencionando a Martin Luther King.
La intervención del reverendo, muy conocido por defender los derechos civiles y el matrimonio homosexual, supuso un soplo de aire fresco frente a la formalidad tradicional británica.
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