Cuando estás cansado, las percepciones sensitivas de tu cuerpo cambian de forma muy sutil, como puede ser el fallo al detectar olores o incluso sabores. El cansancio que se siente después de una mala noche se traduce en una especie de filtro negativo por el que se pierden ciertas impresiones de nuestro entorno.
Uno de los efectos más notorios es la irascibilidad. Este estado lo sufre gran parte de la población las primeras horas después de despertarse, si se ha dormido menos que el tiempo necesario para vivir de forma saludable. Somos menos propensos a tomarnos con buen humor las distintas situaciones en esos momentos, según el informe de múltiples estudios en la Universidad de Pensilvania en Estados Unidos
Nutrición y sueño
Expertos como la neurocientífica Penélope A. Lewis coinciden en la teoría de que dependiendo de lo que se cene, afectará de una manera u otra a la forma de dormir. Un ejemplo es, que al levantarnos, tenemos un bajo estado de ánimo producido por la baja cantidad de azúcares en sangre, siempre supeditado a la constitución de cada uno. La explicación se basa también en la idea de que, si se ingiere una cantidad excesiva de glucosa, al día siguiente seguramente la energía se desplome por la bajada ligada al extra de energía que te dan las comidas como dulces o galletas.
Por lo tanto, recomiendan cenar tres horas antes de acostarse y centrarse en una dieta compuesta con una cantidad equilibrada de hidratos de carbono. Además se deben evitar comidas copiosas o de la familia de los lácteos o incluso no comer pescado ahumado o pimiento y derivados. Nutrirse de verduras naturales como la lechuga o las acelgas subirá los niveles de magnesio en sangre, lo que ayudará a disminuir el cansancio acumulado y poder mejorar así la salud y el nivel de vida, evitando el mal humor y todo lo que ello conlleva.