Las primeras comuniones, la mayoría en este mayo, siguen siendo una tradición arraigada en España. A diferencia de la estrepitosa caída de las bodas religiosas (según el INE se han reducido a un 22% de media), se mantuvieron en 240.094 anuales, según el último dato de la Conferencia Episcopal Española. De hecho, en 2016 hubo más comuniones que cualquier otra celebración religiosa. Pero la bajada también es notoria. Hace una década los bautizados sumaron 304.000, lo que indica que casi 64.000, el 21%, de los neófitos se han descarriado.
Entre los mayores de 45 años, prácticamente todo el mundo ha pasado por la iglesia vestido de marinero, almirante, princesa, novia o monja para recibir la primera hostia sagrada. En 1990 se celebraron más de 400.000 primeras comuniones, pero en 2004 bajaron a 271.000, siguiendo el ritmo del tobogán de la natalidad. En cualquier caso, el número de niños españoles que participan en la primera comunión nunca ha bajado del 75%. Salvo en Cataluña, donde apenas la mitad mantiene la tradición, según cifras recopiladas de las 10 diócesis.
Como una miniboda
Tras el ajetreo durante estos días de parroquia, colegios, iglesias y restaurantes se mueve un negocio de casi 600 millones, según un estudio elaborado por una consultora para la Conferencia Episcopal. Casi la mitad que las bodas. El coste de los menús suele ser mucho menor, pero la profusión de complementos y regalos dispara la factura. La Federación de Usuarios y Consumidores Independientes (FUCI) cuantifica el coste en unos 2.500 euros de media y más de 3.000 entre vestido, banquete, reportaje fotográfico y recordatorios en ciudades como Madrid, Valencia y Barcelona.
Comunión de la infanta Cristina / EFE
Estudiosos del fenómeno consideran que el evento social, más que la tradición católica, se mantiene fundamentalmente por un fenómeno de emulación social o mimetismo.”Es difícil que tu hijo renuncie a ser menos, a vestirse elegante y ser el protagonista de un día lleno de regalos”, asegura el sociólogo Santiago Hernández.
Hace años el regalo rey de la primera comunión, que se hacía a los siete años, era una bicicleta. Ahora, en cuarto de primaria (9-10 años), el deseo es tener un móvil inteligente, con acceso a internet. Los comulgantes emplean el típico argumento de porque “todos mis amigos y amigas lo tienen”, y muchos padres ceden. Los expertos no lo recomiendan hasta los 14 años, con ocasión del paso de Primaria a Secundaria, como si se tratara de un rito iniciático de la pubertad.
Fiesta sin alternativa
Expertos en el proceso de secularización acelerada que en las últimas décadas ha vivido en España, como el catedrático de Deusto Francisco Javier Elzo, explican también el mantenimiento de estas ceremonias por la ausencia de una verdadera alternativa civil. Como existe en el caso del matrimonio, donde hay una rica e incluso más divertida variedad con bodas civiles, uniones de hecho, e incluso matrimonios triales y sologamias.
La “comuniones laicas” o “civiles” han sido un estrepitoso fracaso. Es el balance del digital Religión en Libertad y de destacados miembros de comisiones de la jerarquía católica. Estas ceremonias fueron impulsadas por Podemos en algunos de los llamados “ayuntamientos del cambio” para ir transformando las costumbres del catolicismo centenario. Pero los denominados “actos de tránsito de la infancia a la preadolescencia” no han despertado el interés que sus alcaldes esperaban.
Cien en toda España
Los defensores del laicismo admiten que estos ritos sucedáneos, sobre los que Izquierda Unida planteó hace uno años una regulación que no prosperó, no llegan al centenar en toda España.
A modo de ejemplo, en el municipio pionero de Rincón de la Victoria (Málaga) en el 2015 se celebraron dos, al año siguiente una y este año todavía no ha habido peticiones. “¿Qué se pretende?, ¿vestir a tu hijo de marinero mientras jura la Constitución o la adhesión a una nueva republica inexistente? Todavía es más ridícula que la comunión religiosa”, apostilla el escritor Gonzalo Herrera.
Imagen de una eucaristía, la fracción del Pan / CG
Más de 100.000 catequistas
Algunos de los 101.751 catequistas con que cuenta la Iglesia defienden que las razones por las que la Primera Comunión es hoy, después de los funerales, el rito católico más arraigado, van también de lo religioso y moral a lo social.
Aseguran que no debe interpretarse que tras esa ceremonia hay solo un fenómeno de imitación (esa petición del niño o la niña para comulgar "porque otros de mi cole lo hacen"). "La catequesis dura cuatro años en muchos lugares, y eso supone un compromiso de los padres para llevar a sus hijos, ir a reuniones y demás. Demasiado como para que se deba solo al interés por montar una fiesta a los niños", aseguran en las parroquias.