Copi y Cristina. Así se llaman las dos internas de la cárcel de Wad-Ras que hace unos diez días aparecieron inconscientes en sus celdas tras haberse administrado sendas dosis de heroína por vía intravenosa.
Los funcionarios que las encontraron a punto de morir localizaron las jeringuillas recién usadas en el suelo de las celdas.
Rápida actuación
Ambas fueron atendidas de urgencia por los servicios médicos en la enfermería de la cárcel. Hasta el centro penitenciario acudió una ambulancia con personal de reanimación. Por suerte, la rápida actuación de los funcionarios evitó la muerte de ambas internas.
Se trata de dos nuevos casos de intoxicación por ingesta de narcóticos en la barcelonesa cárcel de Wad-Ras. A éstas se les ha de sumar la muerte en extrañas circunstancias el pasado 11 de marzo de la reclusa Claudia Rodríguez que, según las primeras hipótesis que maneja el centro, también se suicidó por sobredosis de drogas. Su caso lo investiga el Juzgado de Instrucción número 24 de Barcelona.
Red de narcotráfico
Los responsables penitenciarios saben que en Wad-Ras tienen un problema y la interna Claudia Rodríguez le puso nombre y apellidos: se trata de las internas, Jessica, Jennifer, Anyuli y Rebeca. Según detalló la reclusa muerta, esta presas, a través de distintos vis a vis, obtenían, y después distribuían, estupefacientes en la cárcel.
Dos de estas reclusas, Anyuli y Jennifer, son las que han firmado las denuncias contra la agente de la Guardia Urbana de Barcelona Rosa Peral, a la que acusan de querer matar a su exmarido mediante la contratación desde la cárcel de un sicario.
Directora cesada
Crónica Global ha podido confirmar que, coincidiendo con estas sobredosis de droga, la Dirección General de Servicios Penitenciarios ha decido destituir a la actual directora, Silvia Serra. Según una portavoz oficial del Departamento de Justicia, el relevo de Serra estaba anunciado con anterioridad a estos episodios luctuosos y ha negado la relación entre esta decisión y esos casos de sobredosis.
Lo cierto es que Wad-Ras se ha convertido en el más claro ejemplo actual de cómo la droga campa a sus anchas en algunos centros penitenciarios del país.