El 25 Congreso Internacional de Optometría, Contactología y Óptica Oftálmica (OPTOM 2018) ha dejado un dato interesante encima de la mesa: más de cinco millones de españoles padece el síndrome del ojo seco. Se trata de un trastorno ocular que afecta especialmente a las mujeres mayores (sobre todo las menopáusicas por las alteraciones hormonales) y que causa malestar, problemas visuales e inestabilidad de la película lagrimal.
La sesión plenaria "¿Qué no sabes y deberías saber sobre el ojo seco?", celebrada en dicho congreso ha tratado diversas cuestiones relacionadas con esta patología, primer motivo de consulta con el oftalmólogo. La prevalencia del ojo seco en la práctica clínica diaria varía entre un cinco y un diez por ciento, en función de los criterios utilizados para su diagnóstico.
Síntomas y causas
Los principales síntomas del ojo seco son: ardor, sensación de picazón o enrojecimiento en el ojo, sensación de tener arena dentro del ojo, excesiva sensibilidad a la luz, visión borrosa y, en los casos más graves, pueden llegar a producirse cicatrices en la córnea que afectan a la visión.
Las causas que provocan el síndrome de ojo seco son la cirugía ocular, la diabetes, síndrome de Sjögren, dermatitis seborreica, la atopía, enfermedades tiroideas y las colagenopatías, así como algunos fármacos orales como los antihipertensivos, antidepresivos, estrógenos, diuréticos o benzodiacepinas.
Prevención del ojo seco
Durante la sesión se ha enfatizado que en el caso del ojo seco evaporativo se pueden detectar diversas causas, algunas intrínsecas y otras extrínsecas. Las primeras son estructurales, como por ejemplo anomalías de los párpados o de tipo de funcional, mientras que las segundas incluyen irregularidades de la superficie ocular, alergias o el uso de lentes de contactos. También puede llegar a provocarlo el consumo de tabaco, dado que el humo provoca un deterioro de la película lipídica de la lagrimal precorneal que origina una sensación de arena o ardor.
Por último, los especialistas han puesto el foco en las formas de prevención de esta enfermedad. Entre ellas, destacan en primer lugar la importancia de mantener una buena higiene ocular, usar lentes diarias, utilizar lubricantes oculares, no frotarse los ojos, evitar la exposición directa a las corrientes de aire; y parpadear de forma frecuente para mantener el ojo humedecido.