El viernes pasado, 6 de abril, fue día grande en casa de los Puigdemont Topor. El nostre president de TV3 fue puesto en libertad en Alemania y su esposa Marcela estrenó el programa The weekly mag en la cadena de televisiones de la Diputación de Barcelona. Estupendo espacio para las tardes de los viernes con el loable propósito de que la audiencia se alfabetice en el inglés de Marcela, que practica unas entrevistas del género ligero, ágiles y fáciles con personajes de diverso tenor a lo visto en la primera entrega. Nada de política. Sólo cine, literatura, actuaciones y un miniespacio de cocina en el que la primera dama catalana da palique al chef de turno.
Por el magnífico plató de un restaurante de hotel innominado en los créditos desfilaron las cineastas Clara Roquet y Mar Coll para hablar de la discriminación de las mujeres en la industria audiovisual; el cocinero Mani Alam, que se curró un fish and chips con tempura de cerveza; el cantante Halldor Mar (un crack islandés que ha versionado en inglés hits de la Nova Cançó como Al vent, el País petit y el Remena Nena --Shake it Baby-- y la inevitable Paraules d'amor) más Màrius Serra y Mathew Tree, que tiene sección fija en el mag de Marcela, para redondear la emisión inaugural.
El programa no es precisamente un alarde de rabiosa actualidad, sino todo lo contrario, un producto enlatado que pretende entretener y formar, instruir y divertir al unísono, benemérita intención muy propia de los inicios de la televisión en los países del Telón de Acero y cuyo principal logro fueron los dibujos animados checoslovacos para existencialistas franceses.
Si Topor está afectada por la situación de su marido, procura que no se note y menos en el trabajo. Ni un detalle amarillo, ni una alusión a los presos, tan sólo un comentario de Serra sobre el referéndum escocés propiciado por un tal Cameron. Era como si no hubiera pasado nada o como si todo hubiera pasado ya y Cataluña fuera una república independiente en la que la profesora Topor lleva a cabo un experimento de inmersión lingüística televisiva en inglés. En este mismo medio de comunicación le dedica Ramón de España una columna al evento del estreno del programa y las circunstancias de Topor. No deja títere con cabeza a pesar de que en hora y media de retransmisión no se dijo ni una palabra del process.
Puestos a criticar, el programa no aporta nada ni tiene el más mínimo sentido. Marcela Topor no quiere ser Lidia Heredia ni está interesada en que se hable del programa. Tampoco La Xarxa, el ente de la diputación que produce y paga, le ha dado el bombo y vuelo que merece un espacio presentado por un personaje tan interesante como la esposa de Puigdemont. Cero promoción. Una lástima y más teniendo en cuenta "material" tan potente como el de un cantante islandés que versionea a Lluís Llach, un escritor e inventor de crucigramas independentista y Mathew Tree, vecino del Ensanche.