Miguel Ángel Pita, hermano de Juan, el hombre que falleció calcinado en 12 de enero pasado en Santa Perpètua de la Mogoda, ha confirmado a este medio que tanto él como su madre están siendo objeto de protección policial ante las posibles represalias que les pueda infligir José Cortés, el maltratador sospechoso de haber quemado a Juan Pita.
“Tanto mi madre como yo disponemos de protección policial. Los Mossos nos hacen vigilancias de paisano y con los coches patrulla. Mi sobrina recibe protección policial las 24 horas. Lleva guardaespaldas por orden de la juez”.
La familia protegida
Efectivamente, cuando este medio se entrevistó con la joven maltratada para preparar las informaciones que al respecto se están elaborando, la muchacha se personó a la cita custodiada por dos agentes del grupo de escoltas de la policía autonómica en un coche camuflado.
La última fotografía de Juan Pita Martinez, el hombre que murió calcinado en su cabaña entre La Llagosta y Santa Perpètua de Mogoda / CG
Andrea vive con su hija, de 3 años, protegida en un centro de protección de mujeres maltratadas, cuya dirección se mantiene secreta por cuestión de seguridad tanto de ella como del resto de mujeres acogidas.
Amenaza cumplida
El juzgado de Sabadell y los agentes del grupo de homicidios de Granollers buscan a Cortés por quebrantar diversas órdenes de alejamiento, por violencia de género y ante la sospecha de su presunta implicación en el asesinato de Juan Pita.
Este hombre, de 58 años, murió horas después de que Cortés le dijera a su exnovia: “O vuelves conmigo o voy a donde está tu padre y le prendo fuego”. Ella y su abuela constataron que las amenazas se habían cumplido al día siguiente cuando efectivamente el cuerpo de Juan Pita apareció calcinado en la cabaña en la que vivía, en una zona agrícola de Santa Perpètua de Mogoda. Alguien había prendido fuego a la cabaña, con él dentro.
Maltratada con crueldad
Durante los diez meses en los que la joven mantuvo relación con Cortés, ingresó hasta en seis ocasiones en centros hospitalarios a causa de las palizas recibidas. En una ocasión, le llegó a fracturar los dedos de una mano.