Máxima tensión en Villa Meona. Isabel Preysler está absolutamente enfurecida con su hija Tamara Falcó. La niña lo ha rajado todo en el programa de Bertín. Pero todo. Pormenores de la ruptura de su madre con Julio Iglesias, cómo engatusó antes al marqués de Griñón, el segundo divorcio por la irrupción de un tercero, Miguel Boyer, y el romance con Vargas Llosa.
Según el dantesco relato de Tamara, su madre no ha dado puntada sin hilo en su vida. Ojo a la anécdota familiar. Julio Iglesias empezaba a ser Julio Iglesias, esto es el tipo que más discos ha vendido en China y en los Estados Unidos, y refiere Tamara que había astas por ambas partes. En uno de esos lances, Isabel le echó el lazo a Carlos Falcó. Los "linkó" Carmen Martínez Bordiú. "¿Ya te vas? Qué pena", le dijo ella. Él se quedó prendado, etcétera. Y dice Tamara que cada vez que se encuentra con el "tío" Julio éste le recuerda por qué poco no se apellida Iglesias. ¿Qué? Un fenómeno Yulio, que se llevó a sus hijos a Miami cuando su primera esposa se separó de su segundo marido, el padre de Tamara, porque se enamoró de Miguel Boyer.
Bertín ponía cara de esta tía está pirada y qué hago yo aquí mientras esa mujer liberada abría el cajón de mierda de Isabel Preysler, no el de Estela Reynolds, y exponía con toda crudeza la agitada trayectoria sentimental de su señora madre, incluido el sábado que se plantó "peluqueada y con un pantalón negro súper ceñido" para recibir a un amigo, Mario Vargas Llosa. Tamara contaba que no salía de su asombro. "Aquí hay tomate", le dijo a su hermana Ana Boyer. "¿De qué vas?", replicó ella entre incrédula e indignada.
Tamara, soltera y sin compromiso, 36 años que parecen la mitad, se entregó toda a un Bertín en Babia, más interesado en hurgar en el mestizaje hispano-filipino de la saga Preysler que en el concreto de Isabel, la portada del Hola. Es que ni disimulaba su garrulo aburrimiento cuando la hija despecho despedazaba el mito Preysler con vengativo desparpajo. La gran dama fue minuciosamente macheteada, pelotazo televisivo que ni Bertín pudo deslucir con sus torpes evoluciones en la cocina del histórico casoplón de Puerta de Hierro.
Pudiera pensarse que el programa de Bertín En mi casa o en la tuya es una celebración del machismo que marca paquete. No fue así con Tamara. De la destilación de las fantásticas revelaciones sobre la vida de su madre se infiere en realidad un modelo de férreo matriarcado, el retrato de una pionera en la emancipación de la mujer, esa Isabel Preysler precursora del poliamor, siempre libre, impecable e implacable, rodeada de unos hombres extraordinarios reducidos a escombros a su lado. Con ella no se negocia, ella no hace prisioneros, reveló Tamara, tan entrañable en apariencia, tan despiadada en realidad y cuyo acto supremo de rebeldía es el amago de un catolicismo de tía soltera que condena todas y cada una de las peripecias sentimentales de su progenitora.
Por lo que pudiera pasar, Tamara se ha largado a París y luego a Lima, a la boda de su amiga Alessandra de Osma con el príncipe Christian de Hannover. Tiene previsto pasar unas semanas fuera de casa, pero amenaza con volver. Tiembla Isabel. A Tamara le llueven las ofertas de la Isla de los Famosos, Sálvame, Gran Hermano y Top Chef Vip.