“Lo he matado yo”, le dijo Albert López a Rosa Peral cuando ambos coincidieron en el lugar donde había caído el vendedor ambulante José Antonio González, alias El Boniato, tras despeñarse por uno de los barrancos de la montaña de Montjuïc. Eran las 11.30 del 9 de agosto de 2014.

Minutos antes, ambos agentes de la Guardia Urbana de Barcelona, que participaban (junto con otros efectivos) en un operativo contra el top manta en los aledaños de Montjuïc, dieron el "alto policial" a El Boniato. Fue Rosa Peral quien se le aproximó para exigirle su documentación. El sospechoso se revolvió y le clavó una puñalada. “Laceración cutánea en el tercio medio de la pierna derecha de cinco centímetros de longitud que ya presenta sangrado escaso”, según expone el informe clínico 1247343 tras ser atendida en la clínica Delfos de Barcelona.

Rosa, desmayada

Acto seguido, con la navaja ensangrentada aún en la mano, José Antonio González emprendió la huida hacia la zona próxima al mirador de Miramar.

Rosa permaneció allí tendida, dolorida y muy afectada por la imposibilidad de detener la hemorragia. Perdió el conocimiento. Un compañero suyo se quedó junto a la guardia para intentar reanimarla a la vez que solicitó la presencia de una ambulancia y le practicó un torniquete. A los pocos segundos, Rosa volvió en sí. 

Cayó

Albert López había emprendido la persecución del mantero y le llegó a prácticamente acorralar en un recoveco del mirador situado en la parte superior de un barranco de unos 20 metros de altura. El Boniato se despeñó. Según la versión oficial, asumida hasta ahora por el juez de Instrucción número 31 de Barcelona, el mantero, en su huida, resbaló y cayó. Otras sospechas apuntan a que López le empujó lanzándole al vacío en respuesta a la puñalada que minutos antes le había asestado a la guardia urbana.

Rosa, en su declaración ante la juez que investiga el crimen de Foix (la muerte del también guardia urbano Pedro Rodríguez y por la que está en prisión, igual que Albert), cuando fue preguntada por ese episodio, explicó que dada la dificultad de la ambulancia para acceder hasta el punto donde ella se encontraba herida, con ayuda de sus compañeros logró bajar el tramo de la ladera de Montjuïc hasta llegar al sitio donde yacía el cuerpo herido de González y donde se encontraban ya las dotaciones médicas. Efectivos policiales y sanitarios trataban de reanimar al herido.

Incontinente

En ese lugar también estaba Albert quien, según Rosa, le dijo en tono autosuficiente: “¡Lo he matado yo! ¡Por ti!”. Según se desprende de la versión de la guardia urbana, era como si Albert tratase de impresionar a la que entonces era su compañera y amante y demostrarle cómo y hasta qué punto era capaz de protegerla.

Ante esa afirmación, ella le respondió contrariada: “Pero… ¡qué dices!”, y en aquel mismo momento, jugando a la ambigüedad y con una medio sonrisa, Albert añadió: “Es broma, tía, es broma”.

Nuevos interrogantes

Ahora, el juez ha reabierto el caso, después de que los agentes de los Mossos d'Esquadra que investigaron el incidente hayan desempolvado el atestado. Rosa no pudo ver lo que ocurrió porque estaba muy alejada del lugar desde el que se precipitó (empujado o por accidente) el mantero. Sólo Albert sabe lo que allí pasó y está claro que tras el crimen de Foix, jueces, fiscales y policía no quieren dejar ningún cabo suelto de los distintos flecos de que se compone esta historia llena de interrogantes.

¿Albert esposó al mantero antes de que éste se precipitase por el barranco? ¿Le puso las esposas una vez el guardia llegó al lugar en el que yacía gravemente herido? Otros agentes de la Guardia Urbana testifican, ahora, que El Boniato se encontraba en el suelo esposado. ¿Albert esposó a un hombre inmóvil, herido e inconsciente? ¿Por qué? ¿Pedro intuyó que esa actuación “accidental” protagonizada por Albert fue en realidad una asesinato en toda regla?

Lo que está claro es que Rosa no vio lo que ocurrió en aquel mirador de Montjuïc, porque, simplemente, no estaba. De nuevo, el punto de mira de la investigación se dirige hacia Albert López.