La detenida por la muerte del pequeño Gabriel Cruz, Ana Julia Quezada, pudo actuar movida por los celos al rechazar el padre del niño, Ángel, irse con ella a su país, República Dominicana, donde quería instalarse.
Los investigadores de la Guardia Civil trabajan con esta hipótesis como la principal a la hora de indagar qué empujó a Quezada a presuntamente estrangular, como así apunta la autopsia, a Gabriel el mismo día de su desaparición, el 27 de febrero, en Las Hortichuelas, en Níjar (Almería).
Un estorbo para sus planes
La sospechosa se ha cerrado hasta el momento en banda y no ha colaborado con los investigadores. Los agentes que llevan el caso barajan diversas hipótesis sobre el móvil del crimen, entre ellas que el niño suponía un estorbo en la relación de Quezada con Ángel, quien podría haber rechazado la propuesta de irse a República Dominicana para seguir cerca de su hijo.
Mientras se intenta aclarar las razones que movieron a Quezada a supuestamente cometer el asesinato, la Guardia Civil trata de localizar el lugar donde la detenida ocultó el cadáver antes de envolverlo en una manta e introducirlo en el maletero de su vehículo, lo que sí pudieron observar los agentes que poco después la detuvieron.
Preguntas sin responder
Aún no ha trascendido en qué momento Quezada, que según la principal hipótesis actuó sola, obligó o engañó al niño para irse con ella, dónde lo estranguló y si cambió de ubicación el cuerpo durante los trece días que lo mantuvo oculto.
Desde el primer momento las sospechas se centraron en el entorno del niño y fueron acotándose en Ana Julia. El hallazgo por ella misma de una camiseta de Gabriel --prácticamente seca cuando había llovido sin parar durante días-- terminó de apuntalar las pesquisas hacia ella. Hasta el punto de que al menos en dos ocasiones los agentes le requirieron el teléfono móvil y ella argumentó que lo había perdido.
Sospechosa desde el principio
Su actitud durante esos días también ayudó a confirmar la implicación de Quezada, de la que ya los padres de Gabriel habían sido informados mientras mantenían la esperanza de que, como dijo Patricia Ramírez, la madre del pequeño, "se ablandara y se viniera abajo".
El secuestro fue una de las posibilidades que manejaban los investigadores, aunque no se solicitó ningún rescate a la familia, que se mostró dispuesta a ofrecer una cantidad por cualquier noticia que permitiera la localización de Gabriel.