“Hacer de la empresa familiar un negocio de mujeres fue una decisión consciente”, explica Immaculada. Es la presidenta de Amat Immobiliaris, una empresa familiar creada en 1948. Tras unos años con su padre al frente, su madre tomó las riendas y decidió que sería una “empresa de mujeres”. Y así fue hasta 2008. Recién estrenada la ley de paridad en España, ella y su hermana decidieron que también habría hombres.

Ahora, los empleados representan un 20% del total. Este jueves, seguirán la huelga convocada para el 8M y cerrarán sus puertas; sólo mantendrán servicios mínimos para incidencias. Su presidenta apoya las movilizaciones del Día Internacional de la Mujer y considera que “siempre hay que reivindicar la igualdad, no se ha avanzado mucho; todo lo que se pueda hacer es bien recibido”.

Mujeres directivas

Immaculada se puso al frente de la empresa a los 30 años. Desde entonces, se ha encontrado en situación de inferioridad numérica con respecto a los directivos hombres: “No hay igualdad; a cualquier sitio que voy, siempre somos minoría”. Las cifras la avalan. Según una encuesta elaborada por Ipsos, solo un 3% de los directores generales de las 500 mayores empresas del mundo son mujeres. La percepción que tienen los españoles es de un 17%. 

En el ámbito laboral, destaca la maternidad como condicionante de las carreras de las mujeres. Considera que cuando una mujer solicita una reducción de jornada tras ser madre, los hombres también deberían hacerlo por ley. Amat destaca otro rasgo de las trabajadoras: “Las mujeres tenemos cierta tendencia a valorarnos poco; cuando recibimos un ascenso nos preguntamos si estamos preparadas para afrontar la nueva situación laboral, mientras que los hombres creen por defecto que se lo merecen”.

Las consecuencias

Pero tener una empresa exclusivamente formada por mujeres tiene consecuencias y condiciona la organización y la forma de hacer las cosas. Amat explica que desde el principio tuvieron muy claro que tenían que contratar a buenas profesionales: “En un mundo de hombres, las mujeres siempre tienen que demostrar más que valen”. Un buen sueldo también fue básico, para que “no nos pudieran decir que teníamos a mujeres para pagarles menos”, indica en referencia a la brecha salarial.

La conciliación fue el tercer factor que tuvieron en cuenta. “Todavía no sabíamos ni lo que era la conciliación laboral y tuvimos que introducirla”, explica. Para ellas, que una de las mujeres de su plantilla dejara de trabajar era un “fracaso”.