Historia de una escalera
Dos narcopisos irrumpen en un edificio de la zona alta del Raval y cambian la vida de vecinos y propietarios que descubren una trama compleja sobre los pisos vacíos
24 febrero, 2018 00:00Una anciana deja su piso del Raval para ingresar en una residencia y al poco tiempo su vivienda se convierte en un narcopiso. El apartamento de al lado, vacío y propiedad de una sociedad limitada, se transforma también en una sala de venta y consumo de drogas.
En diciembre de 2017, el edificio de una de las calles “limpias” de narcotráfico en la zona del Raval cultural, se ensucia. Los dos pisos se convierten en pocilgas donde se vende y consume heroína, entre otras cosas. El doble narcopiso cambia la vida de los vecinos del inmueble de un día para otro y ahí comienza la historia --la mala historia-- de esta escalera.
Narcos, niños, hipotecas
Los nombres del relato son ficticios y tampoco se revela la calle exacta, pero el giro que ha dado sus vidas en los últimos dos meses sirve para reflejar las historias de cientos de familias del distrito barcelonés de Ciutat Vella.
Marta y su marido compraron en 2007, el punto álgido del boom inmobiliario, un pisito en el Raval, en la zona alta del barrio, cerca de ronda Sant Antoni. Joaquín Costa hacia arriba comenzaba a convertirse en un área moderna con bares acogedores, estudios de arquitectura y diseño, talleres de arte, mezcla ecléctica y de buen rollo.
La calle Joaquín Costa, la zona más moderna del Raval / CG
Diez años más tarde, su hijo, de la misma edad, decide cada noche meterse en la cama con sus padres. “Tiene miedo porque oye los ruidos de arriba y no entiende qué sucede, también los vio un día pinchándose en la escalera”, explica la madre, Marta. Y es que justo en el apartamento de encima se ha instalado uno de los narcopisos del edificio y su vida y la de su familia se han vuelto un calvario.
Atrapados
Tanto es así que las llamadas a la Guardia Urbana y las visitas de los agentes se han convertido en una rutina; incluso ha intentado tender lazos con los narcos, o consumidores, no les distingue del todo. “No puedo irme de aquí, estamos pagando la hipoteca, el cole de mi hijo está en el barrio y además este piso ya no vale lo que pagamos: si nos vamos a otro lado con el alquiler de aquí no pagamos nada, además de que mantendríamos la hipoteca”.
Juan vive arriba del doble narcopiso, y desde hace unos días está de baja laboral. Su vida diaria de los últimos meses le ha provocado una depresión. Se resiste a hablar del tema porque ha contado la historia ya muchas veces y no hace falta dar los detalles para imaginarse lo que vive al cruzarse cada día con drogadictos y delincuentes al volver del trabajo. Sólo explica que ha decidido irse de allí tan pronto como pueda. Instalará una puerta antiokupas y se irá de Barcelona.
La propietaria
Anna vive fuera de Barcelona pero insiste en demostrar su amor por el Raval, sus callejuelas, su ambiente y sus mezclas. Desde hace años tiene un piso en la finca okupada y hasta hace unos meses lo alquilaba a una inquilina francesa que le pagaba 1.100 euros al mes por un piso de 60 metros cuadrados, “muy bien puesto”, precisa. Un buen día, la arrendataria la llama para avisarle de que habían intentado entrar en su piso más de una vez y que había decidido que se iba de allí.
La zona alta del Raval en donde también se han detectado narcopisos en los últimos meses / CG
Anna comprendió de inmediato la situación, ya sabía que tarde o temprano pasaría. Cuenta que ahora ha puesto una puerta antiokupa (900 euros). “Y estoy rogando poder alquilarlo pronto, lo he bajado a 850 euros y si no consigo a nadie tendré que bajarlo más, no puede estar vacío”. Sabe que el riesgo de que se lo ocupen estando vacío es alto.
¿De quién es el narcopiso?
La indignación de Anna le ha llevado a investigar a fondo para encontrar a los “verdaderos culpables” de la invasión a su finca. Los datos que tiene son casi todos correctos. Resulta que uno de los dos narcopisos --el que no pertenece a la anciana que está en la residencia-- es de una sociedad limitada llamada Anticipa Real Estate.
La pregunta es por qué esta empresa es ahora propietaria de un narcopiso. Fuentes de Anticipa, aseguran que la trama es más complicada de lo que parece. “Antes que nada es importante decir que aquella idea de que las entidades financieras no saben lo que tienen no es verdad, al menos en nuestro caso”, responden antes de explicar que lo que ha comprado su empresa no es un piso, sino una cartera con unas 40.000 hipotecas, la mayoría procedentes de Catalunya Caixa y de desahucios.
La posesión: causa de pisos vacíos
“Cuando gestionamos los pisos de una cartera no siempre tenemos la posesión para alquilarlo o venderlo”, revela un portavoz, lo que explica una de las razones de la existencia de los pisos vacíos. A la pregunta de por qué una empresa es propietaria de un narcopiso, dicen que al comprar la cartera no conocen la situación de cada piso y que cuando se trata de uno okupado, no pueden conseguir la posesión del mismo de forma rápida, lo que retrasa aún más las gestiones para ponerlo a la venta o en alquiler.
“Los primeros interesados en que no sucedan las cosas que suceden en el Raval somos nosotros”, aseguran. “Nuestra primera obligación es denunciar cuando tenemos pisos okupados sobre todo con fines ilícitos, pero desde que lo hacemos suelen pasar meses o hasta un año en liberarlos”.
Demoras
El proceso es largo. Una empresa compra una cartera hipotecaria a un banco y una vez estudiado caso por caso se empiezan a rehabilitar las propiedades ya sea para venderlas o para ponerlas en alquiler. Pero si alguna de ellas (muchas en el caso de Ciutat Vella) está okupada, se hace una denuncia y se debe esperar a que la justicia dé la orden para el desalojo. Cuando esto ocurre, se debe obtener la posesión del piso, rehabilitarlo, ponerlo en alquiler y esperar a los nuevos vecinos, con la posibilidad de que se vuelva a okupar antes que eso suceda.
Anticipa asegura que ellos no se benefician “en absoluto” de la situación, al contrario, pierden dinero por no obtener renta de sus propiedades. Pero quienes verdaderamente salen perdiendo son quienes conviven a diario en la misma escalera del doble narcopiso.