Hasta hace un par de años Palo Alto era un perfecto desconocido en Barcelona, pero la visibilidad que fue adquiriendo le jugó en contra. Resulta que el edificio de 5.000 metros cuadrados --una antigua fábrica textil-- fue recuperado por un grupo de arquitectos y diseñadores en 1989. Tras los Juegos Olímpicos, el Ayuntamiento de Barcelona compró el espacio y desde 1998 la Fundación Palo Alto tiene un convenio con el consistorio para ocupar el espacio durante 20 años. Allí trabajan hoy unas 35 o 40 empresas que emplean a 80 personas.
En abril de 2018 finaliza el convenio. Hasta hace unos años todo hacía pensar que el edificio continuaría en manos de la Fundación una vez cumplido el plazo, más aún con la notoriedad que ha tomado con el Palo Alto Market (el mercadillo hipster que ocupa los jardines del edificio los fines de semana). Pero no fue así. El Ayuntamiento de Barcelona parece estar bastante interesado en recuperar su espacio con el objetivo de abrirlo a la ciudadanía y a los más desfavorecidos.
Una de las oficinas de Palo Alto / GC
Falta de información
Josep María Morera es un diseñador que llegó al edificio hace 27 años. “Quisimos venir cuando esto no era nada, un sitio abandonado", asegura el portavoz de la Fundación Palo Alto en referencia a las malas condiciones de la fábrica a finales del siglo pasado. Morera asegura que hasta el momento el ayuntamiento no les ha dado información formalmente sobre lo que ocurrirá, “algo que les pedimos desde junio del año pasado”.
Entrada a un estudio de diseño dentro del edificio
A través de los medios y por conversaciones informales que han tenido con el consistorio, desde la fundación conocen la posibilidad de que se instalen viviendas sociales en el espacio, que podrían llegar a convivir con algunas de las empresas. “El uso de viviendas se contradice con el hub de innovación cultural y tecnológica que logramos instalar en Barcelona. Hace 30 años que nosotros comenzamos a crear el 22@ y creemos que en la ciudad hay muchos otros espacios que se pueden aprovechar con ese fin, ¿por qué desmontar algo que funciona?”, se cuestiona.
Morera cree que se trata de cuestiones políticas e ideológicas. “Es posible que el ayuntamiento tenga cierta presión social del barrio que antes no existía”.
Polémica por el Market
Un par de años atrás, la fundación cedió el espacio de los jardines al Palo Alto Market. Un mercadillo de diseñadores y alimentación que congrega colas de visitantes en la calle Dels Pellaires cada primer fin de semana de mes. El problema es doble para el market: por un lado están a la espera de que el consistorio decida si tomará o no las riendas del edificio, y por el otro, de no ser así, necesitan de la reaprobación de la fundación para quedarse. Ningún escenario es bueno.
Los jardines de Palo Alto, donde se realiza el 'market'
Desde la organización del mercadillo aseguran que continúan trabajando con normalidad en las próximas ediciones (sólo queda seguro la del próximo 3 de marzo).
Morera considera que “desgraciadamente” usaron el mismo nombre que ellos y que revisarán su situación en caso de quedarse.
Un centro cívico
La Fundación Palo Alto se ha reunido con los diferentes grupos políticos, “menos con los comunes que no nos han querido recibir”. Desde el ayuntamiento tampoco han respondido a este medio sobre el asunto. De momento, en la fundación saben que cuentan con el apoyo de PSOE, PP, Cs y que tienen a ERC en contra.
Esquerra ha presentado alegaciones al consistorio sobre el proyecto Palo Alto en relación a la “posible privatización del espacio”. Aseguran que su propuesta consiste en que el ayuntamiento asuma la gestión directa de todo el recinto, y en caso de que se propusiera formalmente destinar el espacio a viviendas sociales, estarían de acuerdo.
La propuesta al ayuntamiento
“En caso de quedarnos, queremos analizar la situación del Market. Porque este espacio podríamos tenerlo abierto cada fin de semana y darle más uso. Tenemos la idea de dar aún más proyección pública, queremos hacer jornadas, talleres creativos y culturales”, explica Morera. “No tenemos certezas, pero lucharemos por quedarnos porque creemos que nuestra propuesta es positiva para la ciudad, somos referentes de una mentalidad abierta e innovadora. Esta idea es un ejemplo”.
Entre los nombres que dan prestigio a Palo Alto destaca Javier Mariscal, el reconocido diseñador que fue de los primeros en instalarse en el espacio verde de Poblenou y llegó a tener 100 personas trabajando en su estudio.
“Nuestra propuesta al ayuntamiento se adapta a las necesidades de la ciudad, creemos que en Barcelona hay espacios de sobra para hacer viviendas sociales y centros cívicos”.