El cáncer ya no es tan mortal, 18 años después de que la ONU fijara el 4 de febrero como su Día Mundial. Pero se trata de la primera causa de defunción en el mundo, siega una de cada diez vidas en el planeta y ocasiona multimillonarios costes por atención sanitaria y pérdidas de productividad.
Todo se cuenta por miles y millones en la lucha contra una enfermedad. Ha pasado a ser, según los analistas financieros, el mercado número uno del mundo en crecimiento potencial dado el envejecimiento de la población y las proyecciones demográficas. Durante la última década, la industria en nuevos medicamentos oncológicos se ha expandido en más de un 60%.
La consultora IMS Health calcula que el mercado global sobre esta enfermedad alcanza los 132.000 millones de euros. Lo lidera EEUU con un 42%, seguido de los cinco principales mercados europeos: Alemania, Francia, Gran Bretaña, Italia y España.
Vista de una carrera de la mujer convocada por la Asociación Española Contra el Cáncer / EFE
Precios disparatados
Hoy un tratamiento oncológico mínimo supera los 20.000 euros, un 13% más que en 2013. Pero las últimas terapias génicas lo elevan a 400.000 euros por paciente. Los expertos aseguran que se trata una revolucionaria forma de combatir el cáncer de forma personalizada. A cada paciente se le extraen las células que son modificadas en laboratorios para inducirles un gen capaz de actuar contra las malignas. Una vez son modificadas, se inyectan de nuevo en cada paciente.
Dos grandes multinacionales, la suiza Novartis y la estadounidense Gilead, han mostrado tasas de curación superiores al 80% en un tipo de leucemia infantil, con un fármaco denominado Kymriah, y en un tipo de linfoma no Hodgkin en adultos, con otro medicamento llamado Yescata.
Solicitud a la EMA
Han sido aprobados por la FDA, agencia competente en EEUU, con un precio de 400.000 euros y 315.000 euros, respectivamente. Han solicitado que haga lo propio la Agencia Europea del Medicamento (EMA), estos días de mudanza a Ámsterdam.
La actual sede de la Agencia Europea del Medicamento (EMA) en Londres / EFE
En breve empezarán las negociaciones sobre el disparatado precio de estos tratamientos que permitirán “adentrarnos en la nueva frontera de la innovación médica”, como ha declarado el doctor Scott Gottleib, comisionado de la agencia estadounidense.
La diferencia, apuntan fuentes de la EMA, es que la administración de Trump no soporta la financiación total como en Europa, sino que corre en buena parte a cargo de las aseguradoras privadas, con sus descuentos y rebajas.
Gasto disparado
Durante la última década, la industria en nuevos medicamentos neoplásicos se ha expandido en más de un 60%. En España el aumento ha sido un poco menor. El año pasado se gastaron casi 2.000 millones en terapias oncológicas, el 12% del gasto farmacéutico total.
Pero para estar al día y no perder el tren de la innovación la sanidad española debería destinar al menos otros 1.000 millones más al año hasta el 2020, según la consultora IMS. Los precios de los fármacos aumentan de tal manera que “dentro de poco no vamos a poder pagarlos”, aseguró el año pasado en un simposio sobre este asunto el entonces presidente de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), Miguel Martín.
Burbuja de fármacos
Además, evaluar la eficacia de las nuevas terapias, “separar el trigo de la paja”, también tiene un coste. Algunos expertos denuncian que actualmente existe una auténtica burbuja en el mercado de estos medicamentos, que está metiendo presión a los presupuestos públicos. Denuncian que muchos han sido aprobados sin demostrar grandes mejoras.
En los últimos cinco años se han lanzado al mercado 75 nuevos oncológicos para tratar 22 tipos de diferentes de tumores. La actividad investigadora es tan gigantesca que ocupa a 500 laboratorios. Sólo en los casos de cáncer de pulmón y melanoma hay en marcha 130 ensayos clínicos, última fase para darles luz verde.
Lo último que llama a la puerta de este mercado millonario son las “biopsias líquidas”. Parten de la constatación de que los tumores desprenden pequeños trocitos de ADN que terminan en la sangre. Unas 40 compañías se ocupan de desarrollar esta técnica, menos costosa e invasiva, para detectar hasta 20 cánceres con una simple prueba de sangre. De paso permitiría rastrear las mutaciones tumorales en pacientes con cáncer.
Investigación oncológica / EFE
'Oncoplutocracia' y exclusión
Pero el acceso a las nuevas terapias es muy restringido. Sólo Estados Unidos, Alemania, Reino Unido, Francia y Canadá garantizan el acceso a la mitad de los nuevos 50 fármacos lanzados en los últimos años, y muchos menos los financian. El caso de España es similar.
Los elevados precios que alcanzan estos medicamentos, que dejan por los suelos a los destinados a combatir la hepatitis B, mantienen vivo el debate ético de si deben pagarse. “A este paso solo tendrán acceso a ellos los ricos. Hay que parar la oncoplutocracia”, ha alertado Richard Sullivan, profesor del King’s College de Londres.
El experto ha participado en un reciente macroestudio que denuncia que las desigualdades económicas, entre países y dentro de los mismos, están marcando el nivel de de supervivencia de los pacientes con cáncer. Un informe de la Asociación Española contra el Cáncer calcula que el 27% de los pacientes diagnosticados de cáncer en 2017, unas 25.000 personas están en riesgo de exclusión social por el impacto económico que les supone, a pesar de la cobertura del sistema público de salud.
Costes de I+D oscuros
La industria justifica los elevados precios por la elevada inversión en investigación y desarrollo que debe realizar antes de sacar un medicamento de estos al mercado. Un estudio de la Universidad de Tufts (EEUU) lo cifra en más de 2.000 millones de euros. El baremo, puesto en entredicho en algunos foros, es utilizado en sus argumentos como referencia por las principales patronales del sector, como la española Farmaindustria.
También aseguran los laboratorios que en EEUU desde que se registra la patente hasta que se aprueba el oncológico trascurren 9,5 años de media. Pero otras estimaciones dicen que no hace falta tanto tiempo y rebajan el gasto a una sexta parte. Destacados oncólogos españoles piden más transparencia y que se trate de llegar a una especie de “precio justo”. Difícil, pero posible.