Diez de las universidades españolas figuran entre las 20 preferidas por los estudiantes extranjeros para cursar los Erasmus, una especie de vacaciones en la flor de la juventud que ha llevado a rebautizarlo por algunos como programa Orgasmus.
Pero cosa muy distinta es el atractivo para los docentes de otros países. Apenas llegan al 2,1%, según la red Eurydice, dependiente la Comisión Europea especializada en información sobre educación. En otros países como Reino Unido tienen una tasa del 27% o Suiza del 43%.
Los expertos consideran que se debe a la escasa internacionalización de los centros, las trabas administrativas, los salarios poco competitivos y la escasez de recursos para investigar. También a la famosa endogamia de cada universidad que afecta a más del 80% del nuevo profesorado en general.
Diferencias autonómicas abismales
Los recortes han alejado a la universidad española de la UE y la OCDE y, al mismo tiempo, han disparado las diferencias entre las comunidades autónomas.
El Observatorio del Sistema Universitario asegura en un informe dirigido por Vera Sacristán que entre 2009 y 2015 la financiación pública cayó un 33% en comunidades como Castilla-La Mancha y que Cataluña lideró la subida de las tasas con un 68%. Las diferencias revelan que mientras en Galicia estudiar una carrera cuesta al alumno 832 euros, en Cataluña son 2.123. El coste medio en España se sitúa en 1.412 euros.
En contra de la lógica, la financiación pública no guarda relación con la riqueza de las comunidades. Oscila entre los 8.429 euros por estudiante del País Vasco y los 4.730 de Madrid. Sacristán llega a la conclusión de que los recortes se han hecho por criterios políticos o “priorizando con el dinero unas cosas frente a otras”. Desde el punto de vista de la financiación, se puede hablar de “17 sistemas universitarios distintos”.
Si no se produce un cambio radical al alza en las subvenciones, los especialistas ven como grandes riesgos a la vuelta de la esquina una pérdida del talento potencial y la descapitalización de la investigación y la docencia en un país ya de por sí lejos de los de su entorno.
Deudas e infrafinanciación
¿Cuánto deben las universidades? Los ejecutivos suelen ocultar la deuda para no dañar su fama y desairar a sus electores. Un estudio la cifraba en 1.398 millones de euros en el 2013 y otro realizado por UGT en 2015 aseguraba que el 65% de las universidades estaban en déficit. En 2016, los 33 centros que sacaron a la luz sus balances económicos declararon un pasivo de 1.600 millones de euros.
Parece que la deuda es algo consustancial con una institución residencia de la vida intelectual y de la creatividad científica de España. Hasta que el ministro Montoro de turno la parchea y maquilla para el curso siguiente.
Estos días en que ultiman sus presupuestos para el 2018, el sindicato CSIF reclama al Gobierno y las comunidades que recuperen la financiación previa a la crisis y pongan fin a la “década negra” para no cronificar la fuga de cerebros, detener la pérdida de empleo y asegurar la viabilidad del sistema. “España sólo dedica a la educación superior el 1,03% del PIB frente al 1,3% de la UE”, recuerda la organización sindical.
El líder del PSOE, Pedro Sánchez, se ha comprometido a llevar a cabo en cuatro años la convergencia con Europa en este campo mediante un nuevo modelo de la financiación del Gobierno, las comunidades (que aportan el 94,6%) y las propias universidades públicas. De paso, se bajaría la primera matrícula a un millón de universitarios. Como promesa electoral no está mal. Otra cosa es cumplirla.