En 2006, España intentó ponerse al nivel de los países de su entorno con la primera ley antitabaco. La segunda llegó tan sólo cinco años después. En enero, se cumplirán siete años desde la segunda norma, que supuso la prohibición total de fumar en lugares públicos cerrados. Si bien los efectos de la legislación sobre la salud, los hábitos y la industria tabacalera fueron inmediatos, varios sectores denuncian el estancamiento y la falta de inversión para afrontar los retos del futuro en este ámbito.
Fue el Gobierno de Zapatero que rescató una ley que ya había planteado el PP unos años antes. Pese al esfuerzo de los populares para que el PSOE no se anotara el éxito, la entonces ministra de Sanidad, Elena Salgado, consiguió tirar adelante la primera ley antitabaco, que entró en vigor en 2006. Ésta sustituía varias normas previas, que eran de las más permisivas de la Unión Europea en la época, y se centraba en endurecer los impuestos al tabaco y prohibir fumar en los puestos de trabajo y espacios públicos cerrados.
Tabaco e impuestos
La política fiscal había sido favorable a las empresas hasta ese momento. Las tasas que se aplican al tabaco tienen dos partes: una fija y una que depende del precio inicial, que era hasta entonces más importante. Jaime Pinilla, autor del estudio sobre tabaquismo del Observatorio Social de La Caixa, recuerda que la ley de 2006 supuso la incorporación de un impuesto mínimo: "La medida se introdujo con el objetivo de evitar que las compañías jugaran con los precios y supuso la desaparición de las marcas más baratas".
Sin embargo, no impidió que las grandes empresas --primero Marlboro, después Fortuna y tras ellas, las demás-- empezaran a bajar los precios de forma que el impuesto sobre el valor también se redujera. La solución fue subir más el impuesto mínimo. Pero las tabaqueras tenían un plan B: el tabaco de picadura, popularmente conocido como de liar, que por el momento se había librado de la subida de impuestos. La respuesta del Gobierno: una nueva tasa sobre este producto.
Una persona 'lía' un cigarrillo con tabaco de picadura, gravado con menos impuestos que los cigarrillos manufacturados / EFE
Todo esto tuvo un impacto muy importante en las ventas, asegura la vicepresidenta del Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT), Adelaida Lozano. Pese a los aumentos, la diferencia entre los precios españoles y los del resto de la UE es muy considerable. "Somos el estanco de Europa", avisa Lozano, que recuerda que el coste de un paquete ronda los cinco euros, mientras que en países como Francia y Reino Unido es el doble. "La industria del tabaco sobrevive porque en España se vende el 50% a turistas, ya que es mucho más barato que en sus países de origen", indica Pinilla.
La hostelería
Pero la primera ley antitabaco tenía limitaciones. La hostelería era una de ellas. Los bares, restaurantes, cafés, pubs, discotecas y casinos de 100 metros cuadrados o más podían habilitar zonas para fumadores, mientras que los que no alcanzaban esta superficie podían decidir si se permitía fumar o no en todo el local. Esto dejaba a los trabajadores del sector expuestos al humo, hecho que chocaba con uno de los objetivos principales de la ley: reducir la exposición al humo del tabaco ajeno.
Una persona fuma en una cafetería antes de la prohibición del tabaco en lugares públicos cerrados / EFE
"Cataluña fue uno de los pocos sitios en los que se respectó la ley y los dueños de muchos establecimientos invirtieron en habilitar una zona para fumadores", recuerda Pinilla. La reforma de la ley que llegó en 2011 dejó sin uso las reformas que llevaron a cabo muchos negocios, ya que prohibía totalmente fumar en sitios públicos cerrados.
El Libro del Tabaquismo 2017, elaborado por el grupo de tabaquismo de la Sociedad Española de Epidemiología, indica que, mientras que en 2006 el 71,9% de la población aseguraba estar expuesta a humo ajeno, el porcentaje disminuyó en 2011 hasta el 45,2%. "Ninguna de las dos leyes tuvo efectos en las ventas en hostelería, la gente siguió saliendo a comer y beber fuera", asegura Pinilla. La única consecuencia fue para los locales que introdujeron cambios para adaptarse a la primera norma, que perdieron la inversión.
Retos de futuro
El descenso inicial en el consumo no afectó al número de consumidores. "Si en algo han funcionado las leyes antitabaco es en los jóvenes: cada vez son menos los que empiezan a fumar", indica Lozano. Pero hace dos años, que las ventas se han estancado y han roto la tendencia de bajadas consecutivas desde 2006. Desde el Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo consideran que la línea a seguir es la de restringir el humo en más lugares: "En sitios como Reino Unido e Italia incluso han prohibido fumar en los vehículos privados".
Una mujer consume un cigarrillo electrónico / EFE
También reclaman más ayudas para dejar de fumar, con tal de igualar el consumo de tabaco en las comunidades autónomas. Sitios como Extremadura, Murcia, Andalucía, Cataluña y Aragón presentan mucho más consumo que Galicia, Asturias y Cantabria, por ejemplo. Las nuevas políticas deben centrarse en los nuevos productos, coinciden los expertos, como el cigarrillo electrónico, del que consideran que debería regularse su uso y aumentar los impuestos. Otra de las medidas que el CNPT ve oportuna es el empaquetado genérico, homogéneo para todas las compañías y que oculte la marca.
Pese a las mejoras evidentes y muy significativas en el terreno sanitario --los ingresos hospitalarios y las muertes por enfermedades derivadas del consumo de tabaco han disminuido desde 2006--, las cifras del Ministerio de Sanidad muestran que en España se producen 148 muertes diarias por el tabaco. Los expertos recuerdan que queda mucho camino por recorrer.