2017 ha sido un año especialmente intenso en el panorama político catalán y el Ayuntamiento de Barcelona no se escapa de ser uno de los principales afectados. Pero no solo el procés ha hecho temblar los cimientos de las administraciones catalanas, también ha tenido que ver la gestión realizada por la alcaldesa de Barcelona, en este caso. Y su ambigüedad ante la independencia de Cataluña le ha hecho perder puntos.

Ada Colau empezará 2018 como comenzó 2017: buscando apoyo incluso bajo las piedras para aprobar los presupuestos anuales. Y si la cosa no da un giro de 180 grados, volverá a tirar de moción de confianza para sacarlos adelante por tercera vez consecutiva. Lo que implica que, en sus tres años de mandato, nunca ha conseguido la confianza del resto de fuerzas.

Minoría histórica

Lo tenía un poco más fácil hace apenas dos meses, cuando formaba gobierno con el PSC de Jaume Collboni y sumaban 15 concejales: 11 comunes y 4 socialistas. Pero Barcelona en Comú decidió romper el pacto y expulsar a los que fueron sus socios durante un año y medio por haber apoyado la aplicación del artículo 155 tras la declaración unilateral de independencia (DUI) del expresidente Carles Puigdemont.

Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, y Jaume Collboni, líder del PSC en el Ayuntamiento de Barcelona / EFE

Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, y Jaume Collboni, líder del PSC en el Ayuntamiento de Barcelona / EFE

A la vista está el resultado, que ha dejado un ayuntamiento en el que actualmente hay más comisionados que concejales y una alcaldesa que lidera la ciudad con una minoría histórica en la democracia de Barcelona. Colau pierde músculo desde entonces y ya son varias las propuestas que se ven ofuscadas por ese motivo.

El desastre del cementerio

Una de ellas es la funeraria municipal que, al igual que otros proyectos como la presidencia de B:SM, la ordenanza de civismo o la normativa de terrazas, han dejado a la alcaldesa arrinconada sin prácticamente ninguna opción. A ello se le suma la mala gestión llevada a cabo ante el derrumbe del bloque de 144 nichos en el cementerio de Montjuïc, que las familias afectadas definen de opaca.

 

El concejal de Presidencia y presidente de Cementiris de Barcelona, Eloi Badia, no dio explicaciones hasta una semana después y, entonces, argumentó que habían detectado una gran grieta tres días antes del hundimiento. El equipo de forenses tardó cinco días en unirse al trabajo de identificación y, mientras tanto, los trabajadores del cementerio retiraron los huesos de los difuntos con máquinas excavadoras. Convirtieron la zona en una escena que recuerda peligrosamente al Caso Yak-42.

Pérdida de inversiones millonarias

Su papel como anfitriona de Barcelona para acoger nuevos proyectos internacionales ha sido criticada por los principales grupos de la oposición. Empezando por la Agencia Europea del Medicamento (EMA por sus siglas en inglés). Colau le pidió al entonces responsable del proyecto, Jaume Collboni, que no se esmerase demasiado en defender el proyecto porque a las bases de su partido no les interesaba.

El primer teniente de alcalde, Gerardo Pisarello, también dejó perder una inversión de 80 millones de euros que procedía del Centro Europeo de Medicina China por un desplante a sus directivos, que acabaron eligiendo L’Hospitalet de Llobregat para establecer su sede.

Gerardo Pisarello, alcalde accidental de Barcelona, en bermudas, en la puerta del ayuntamiento / FOTOMONTAJE CG

Gerardo Pisarello, alcalde accidental de Barcelona, en bermudas, en la puerta del ayuntamiento / FOTOMONTAJE CG

Otros proyectos que ya se estaban construyendo en Barcelona se han visto paralizados, como las obras de la plaza de las Glòries. Fue en abril cuando Colau rescindió el contrato con la UTE constructora del proyecto, desoyendo al resto de partidos del ayuntamiento, que votaron en contra.

Criticaron, además, las formas. Los comunes celebraron una comisión extraordinaria de Ecología, Urbanismo y Movilidad para debatir sobre la paralización de la construcción de un túnel que llevaba 22 meses construyéndose. Solo consiguieron el voto de la CUP a favor. Aún así, cuando horas más tarde se reunieron con el consejo de administración de Bimsa, que tiene el control del proyecto y donde la alcaldesa cuenta con la mayoría, se decidió ignorar la decisión de los grupos.

Vista panorámica de la plaza de les Glòries, en obras / CG

Vista panorámica de la plaza de les Glòries, en obras / CG

La alcaldesa también frenó la actividad municipal del ayuntamiento bajo el pretexto de que en Cataluña se estaba viviendo una situación extraordinaria. A finales de septiembre, había suspendido cuatro plenos municipales, cuatro comisiones, cinco consejos de barrio y varias fiestas mayores.

Como también modificó la actividad habitual del consistorio para que no coincidiera ninguna comisión previa al pleno de diciembre en campaña electoral. Se creía entonces que iba a ser una de las protagonistas de su grupo, Catalunya en Comú-Podem, pero lo cierto es que apenas apareció. Únicamente en el programa de televisión Sálvame, donde confesó su bisexualidad.

'Turismofobia', Bicing y 'Ciutat Morta'

Otras de las pifias del gobierno de Ada Colau han sido el DNI para inmigrantes sin papeles; la prohibición de entrada a Barcelona a los vehículos más contaminantes --sin aviso previo a los usuarios, que todavía no saben si serán multados o no--; la gestión del Bicing, y la turismofobia, alimentada por las juventudes de la CUP, que atacaron un autobús turístico en verano.

Una pintada contra el turismo y la Sagrada Familia de fondo / EFE

Una pintada contra el turismo y la Sagrada Familia de fondo / EFE

Las últimas polémicas han sido el Premio Ciudad de Barcelona al documental Ciutat Morta --uno de los personajes principales dejó a un agente de la Guardia Urbana tetrapléjico y ahora está acusado de matar a un hombre en Zaragoza-- y el gasto de 148.000 euros en el controvertido pesebre de la plaza Sant Jaume.