Carles Mundó es el valor en alza en ERC y como tal fue presentado en el plató de El Objetivo de Ana Pastor tras girar visita en Estremera a los presos Oriol Junqueras y Joaquim Forn. De primeras, Mundó es el menos republicano de los dirigentes de ERC. Atildado, sobrio y encorbatado, aporta un perfil institucional y mesurado, un punto de contención a años luz del tremendismo sentimental de Junqueras y Rovira, así como un aire de letrado viajado con quien se puede charlar de algo más que el proceso.
La táctica de Mundó consistió en el balonazo largo. Las respuestas de los soberanistas se basan en su propia credibilidad, son irrefutables por su naturaleza indemostrable. Según el exconsejero de Justicia, decenas de cancillerías europeas exigen al Gobierno diálogo, negociación y pacto, condenan la violencia del 1-O y consideran que España no pasa los estándares democráticos. Que ninguna se haya expresado en público de esa forma no es óbice para que Mundó diga primero que eso es así, que si quieren pruebas no las puede aportar y que la cuestión entra de lleno en el ámbito de su palabra contra la del resto del mundo. O sea, lo mismo que con los muertos de Rovira que iba a masacrar el Estado.
Desveló el exconsejero que tenía unas muy fluidas relaciones con su "compañero" el ministro de Justicia Rafael Catalá, un contacto cotidiano, un día a día que iba más allá de las agendas comunes y precipitaba conversaciones sobre el caso en las que el ministro calificaba el caso catalán como una "enfermedad crónica" de origen orteguiano. Esto es que Catalá y el resto del Gobierno, según la versión de Mundó, considera el encaje soberanista como un expediente X del que es mejor ni hablar.
Ana Pastor dio carrete a Mundó, lo trató con esmero e incluso le permitió acentuar que él no era diputado y nada tenía que ver, por tanto, con la aprobación de las leyes de referencia del proceso y hasta le dejó mandar un saludo a la gente del módulo. Sin embargo, no le perdonó que cargara contra Iceta por su propensión a bailar. Los meneos del líder socialista catalán generan toneladas de bilis en algunos secesionistas, que consideran que los bares deberían cerrar a las ocho de la tarde hasta que Junqueras no sea excarcelado.
A Mundó le enervan las indecencias de Iceta, pero le deja indiferente que Puigdemont se solace en la ópera mientras hay presos. Pastor detectó el flanco descubierto y aprovechó para dárselas de ágil e intrépida con una pregunta reproche tres respuestas después de los ácidos comentarios de Mundó sobre Iceta. Mundó no se alteró y salió más o menos del apuro. Rovira tiene otro problema, cerco judicial al margen. Es como si Junqueras la hubiera ungido lideresa para que se disuelva ella sola.