La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, utiliza una retórica que no practica. Y no ha sabido reaccionar ante la segregación social en las escuelas, abandonando la integración que defiende en su discurso público.
Un puñado de familias en la frontera entre Ciutat Vella y L’Eixample mantiene una apuesta colectiva por “el bien común”, por la integración social en las escuelas. Decidieron llevar a sus hijos a colegios con porcentajes casi del 100% de inmigración, como el Institut Pau Claris, en el paseo Lluís Companys. Acabaron con el gueto en el que se había convertido, y ese porcentaje pasó al 60%, con un modelo que ha funcionado.
En peligro
Ahora está en peligro, tras la decisión del Consorci d’Educació de Barcelona (el ayuntamiento tiene el 40%, y el Departamento de Enseñanza, el 60%) de abrir para el próximo curso el Institut Angeleta Ferrer de L’Eixample de Barcelona, ante la presión de diversos colectivos y, en concreto, de la escuela Els Encants, con el argumento de que su proyecto educativo podrá tener continuidad en el nuevo instituto.
¿Es necesario ese nuevo centro? Las diferencias en las escuelas vienen determinadas por la segregación inicial, como ha mostrado en sus informes el Síndic de Greuges. Como un pez que se muerde la cola, en un colegio con altos porcentajes de inmigración será difícil la integración posterior en la sociedad catalana.
El secretario de la Associació de Famílies d’Alumnes (AFA) del Institut Pau Claris, Oriol Pérez de Tudela, explica que la colaboración con la Administración había posibilitado el compromiso de muchas familias con escuelas con esos porcentajes altos de inmigración, y que ahora se les puede dejar en la estacada.
La apuesta de las familias
El Consorci d’Educació de Barcelona ha apostado por construir ese nuevo instituto, el Angeleta Ferrer --de forma provisional, a la espera de que acaben las obras en el solar de la calle Marina, entre Consell de Cent y Diputació--, con el argumento de que en la zona se necesita incrementar la oferta de ESO. Pero, en realidad, según las fuentes educativas consultadas, se trata de responder al grupo de presión que representa la escuela de Els Encants. Su directora, Agnès Barba, defiende que son las familias las que desean proyectos “atrevidos”, y que eso se conseguirá dando continuidad al modelo que defienden con el nuevo instituto.
Lo que se esconde, según las mismas fuentes educativas, es el rechazo de esas familias a llevar a sus hijos a otros institutos de la zona, que funcionan, pero que presentan altos grados de complejidad, con una integración social que se pelea cada día y que, hasta ahora, había contado con el apoyo y la complicidad de las administraciones, gracias a la presión de familias como las que decidieron llevar a sus hijos al Pau Claris.
Contra los guetos en las escuelas
Lo que está en juego es un modelo, el que defiende el colectivo Escola Nova 21, apoyado por el Departamento de Enseñanza, y que tiene como inspirador al exconsejero de Economía Andreu Mas-Colell, en el que se trabaja por proyectos. Lo defienden clases medias y profesionales liberales, que, a pesar de posicionarse en el campo progresista, dejan de lado a familias que no tienen los instrumentos necesarios para poder elegir y que llevan a sus hijos a las escuelas adscritas.
El resultado es que muchos centros acaban siendo guetos sólo para esas familias con pocos recursos, dificultado la integración social posterior.
La cuestión, por tanto, no es que falten institutos en L'Eixample, sino la distribución de los alumnos procedentes de las escuelas de la zona. La Dreta de L'Eixample tiene dos centros de secundaria públicos en el territorio administrativo del distrito, pero cuenta con siete en su frontera: Salvador Espriu en Glòries; Zafra en Sant Martí; Brogi en Horta; Secretari Coloma en Horta; Prínceps de Girona en Gràcia; Sedeta en Gràcia; Pau Claris en Ciutat Vella; y otros cercanos como el Verdaguer.
Las escuelas adscritas para asegurar la integración
Si las familias cohesionadas, las que no tienen problemas de integración, con cierto nivel económico, piden sus propios institutos, para no ir a los de su zona, por esa complejidad interna, ¿cómo se asegura la integración social educativa?
El gobierno municipal que dirige Ada Colau se ha visto arrastrado por el Departamento de Enseñanza y es lo que ha descolocado a esas familias que se organizaron para garantizar, realmente, una mayor integración social. Lo asegura David Mallafré, presidente de la AFA de Pau Claris, que entiende que “sin el liderazgo de las administraciones esa labor, esa apuesta integradora, es mucho más complicada”.
El proceso arrancó con las familias de alumnos de primero de primaria de la escuela Pere Vila, situada en el mismo edificio que el Pau Claris. Se pusieron en contacto con otras escuelas que estaban adscritas al instituto, como la Cervantes, Àngel Baixeras, Parc de la Ciutadella y Fort Pienc. Lo que descubrieron fue que el proyecto educativo del Pau Claris era muy bueno e ilusionante, y que el rechazo se producía por “la composición social del alumnado”.
Ahora, todas las asociaciones de padres buscan cómo mantener la apuesta, que será difícil si las familias de esos centros o de otros cercanos deciden llevar a sus hijos al "innovador" Angeleta Ferrer. Colau deberá reaccionar si desea practicar, de verdad, su retórica integradora en todos los barrios de Barcelona.