Más de cien hermanastros, hijos del mismo donante de semen, se andan buscando en Holanda. Para acabar con situaciones como esta y evitar el  riesgo de consanguineidad que ocasionaría un posible apareamiento fraterno, el Ministerio de Sanidad está poniendo en marcha un registro centralizado de cedentes de esperma.

La medida pondrá fin en los albores del 2018 a la peregrinación sin control de decenas de jóvenes, la mayoría universitarios y especialmente en período de vacaciones, ofreciendo su simiente a los 400 centros de reproducción asistida que hay en España.

España es pionera en legislación sobre la materia. Pero la fiscalización llega con casi 30 años de retraso cuando se promulgó la primera ley de reproducción asistida, siendo ministro Julián García Vargas. O doce, cuando se reformó por la ministra Elena Salgado. Ambas normas fijan en un máximo de seis el número de descendientes por esta vía, pero al no haber un fichero a nivel estatal, es muy fácil saltárselo con visitas paralelas a varios bancos de semen.

Una paga extra

La legislación establece que, como toda donación por definición, la de semen también debe ser altruista, pero admite una “compensación por las molestias”. En los centros de reproducción asistida de Madrid, Barcelona y Valencia se traduce en el pago de entre 60 y 100 euros por eyaculación.

La demanda, según fuentes del sector, es elevada, ya que los tratamientos de reproducción asistida con esperma ajeno son cada vez más numerosos, por la  deficiente calidad del semen detectada en la población mundial en general, en la que España no es una excepción, y la creciente petición por parte de mujeres solteras u homosexuales que quieren ser madres. También se ha disparado la oferta, hasta el punto de que algunas clínicas tienen lista de espera.

En total suelen proporcionar “una gratificación” de unos 1.500 euros por proceso. “Supone una especie de paga extra”, asegura Javier Perlado, filólogo madrileño, con un contrato precario. Ser donante no implica un cambio en la vida personal. Lo único que se exige, según explica, es una abstinencia de relaciones sexuales, masturbación o poluciones nocturnas de un mínimo de tres días antes de la donación.

Requisitos exigentes

Un médico rellena un formulario con una proveta en la mano

Un médico rellena un formulario con una probeta en la mano

Los clínicas están obligadas a preguntar a los donantes si han cedido sus gametos a otras, pero solo pueden fiarse de su palabra. Así no se puede comprobar si ya tienen, como se sospecha en algunos casos, una familia biológica más que numerosa.



Su principal preocupación es que cumplan exigentes requisitos físicos como color de piel, ojos y estatura (más de 1,70 de altura), de edad (entre 18 a 35 años) y una calidad del semen que cuadruplique la tasa media de 20 millones de espermatozoides por milímetro. Y, además, un notable en movilidad.



Los candidatos también tienen que presentar un buen estado de salud mental, no padecer ningún tipo de enfermedad hereditaria, por lo que no se admiten hijos adoptados, y ser seronegativo para el VIH, sífilis, hepatitis B y C, herpes e infecciones bacterianas.

Anonimato imprescindible

Hombre anónimo dibujado en una pizarra

Hombre anónimo dibujado en una pizarra

El primer objetivo del departamento que dirige Dolors Montserrat es que el nuevo sistema de información en reproducción asistida humana, abreviado como SIRHA, registre quién, dónde, cuándo dona y cuántos hijos nacen. Pero va más allá: controlará también, de paso, las cesiones de óvulos y la actividad de los centros. Es decir, intentos frustrados, niños nacidos y su estado de salud.



Lo último es muy importante para identificar al donante y saber si sus gametos se han utilizado en más tratamientos y si, a pesar de los controles, han transmitido malformaciones y enfermedades hereditarias, como se ha detectado con el consiguiente escándalo en algunos países europeos.

Pero este requisito es un tema muy delicado, ya que abre una rendija en el “anonimato absoluto” que la ley debe garantizar en España. De hecho, el secreto ante sus parejas y familiares es lo que anima a muchos jóvenes donantes a esta actividad y a las empresas receptoras, que se blindan ante posibles demandas de paternidad. En otros países europeos, como Inglaterra y Dinamarca y recientemente en Alemania, es posible conocer al padre biológico. Y no se autorizan inseminaciones a mujeres sin pareja, como en España.

Reticencias autonómicas 

El proyecto ministerial choca con las reticencias de algunas comunidades autónomas, contrarias a aplicar toda norma emanada de Madrid. Es el caso de Cataluña y de su ya exconseller de Sanidad, Toni Comín, adalid de la independencia hasta para asuntos insustanciales.

El registro quedaría circunscrito a esta comunidad, líder en fecundación artificial, sobre todo en el ámbito privado y principal receptora del llamado “turismo reproductivo o de la fertilidad”.

El departamento de Comín estableció hace unos meses un protocolo propio en la materia. También anunció la creación de un banco de público de gametos para hacer frente a la nueva demanda de inseminación artificial por parte de lesbianas y mujeres solas. Estima que puede oscilar entre 10.000 y 36.000 mujeres.

Inseminaciones por Internet

Una esperma fecundando un óvulo

Una esperma fecundando un óvulo

También quedan fuera de esta órbita las autoinseminaciones artificiales caseras, mucho más baratas, con semen contratado por Internet a laboratorios como el danés Cryos International. Se calcula que más  de 2.000 españoles ya han venido al mundo por esta vía. Haría falta que estos centros también se sometieran a un control mediante un registro a nivel comunitario. Pero, según los especialistas, no hay nada previsto.

El Ministerio de Sanidad, la Sociedad Española de Fertilidad (SEF) y las  clínicas de reproducción asistida están en contra de este método conceptivo low cost. Denuncian que se cometen dos ilegalidades, ya que permite seleccionar las características y rasgos físicos del donante (etnia, color, ojos, estudios, profesión) y se prescinde de la supervisión médico-sanitaria. “Pueden transmitirse malformaciones o enfermedades infecciosas como el sida o la Hepatitis C, que se contagian por el semen”, advierten.