La cera de las velas de la manifestación para la liberación de los presidentes de la ANC y Òmnium Cultural, Jordi Sànchez y Jordi Cuixart, respectivamente, dejó la avenida Diagonal de Barcelona impracticable durante un día. La superficie quedó resbaladiza. Los equipos de limpieza empezaron a actuar a las once de la noche del martes y terminaron su faena la tarde del miércoles.

La situación es nueva en Barcelona, donde incluso el PP ha anunciado que pedirá a la alcaldesa, Ada Colau, que dé explicaciones. Pero en los sitios en los que son tradicionales las procesiones, el problema de quitar la cera de la calzada es habitual. En Sevilla, tienen su propia maquinaria y técnica, que aplican siempre que hay un acto religioso de este tipo.

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La avenida Diagonal de Barcelona cortada al tráfico por la presencia de cera en la calzada / EFE

Falta de medios

Los cirios dejan rastro en Semana Santa, durante el Corpus Christi y en cualquier otra época en la que una cofradía decide sacar un paso a la calle. Quitar los restos no es fácil, según explican fuentes de Lipasam, la compañía de limpieza del Ayuntamiento de Sevilla. Aunque allí son unos expertos: cada año, retiran de media 28.000 metros cuadrados de cera, 4.000 metros cuadrados diarios. De hecho, el centro de la ciudad está cortado al tráfico durante toda una semana en Pascua y después se tardan unos días en terminar las labores de limpieza.

No es de extrañar, dicen, que los empleados de la limpieza de Barcelona tuvieran serios problemas. “Es normal que tarden, porque no tienen ni la maquinaria ni la técnica necesarias”, afirman fuentes de la compañía municipal. Es toda una ciencia. La propia empresa ha desarrollado unas máquinas específicas para quitar la cera del pavimento y cada vez que hay procesiones preparan un dispositivo especial de limpieza.

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La máquina inventada por Lipasam, la empresa de limpieza del Ayuntamiento de Sevilla, para quitar los restos de cera de las calles tras las procesiones / CG

Se trata de una especie de cortacésped, explican desde Lipasam, que tira agua fría a presión (a una potencia de 400 quilos por centímetro cuadrado). La máquina va conectada a un camión, y después pasa un equipo de barrido a recoger los restos que quedan de cera sólida despegados del suelo. En Barcelona, las herramientas eran una manguera a presión y espátulas.

La importancia de la cera

El peligro no es sólo para los coches, las motos y las bicicletas, sino también para los peatones, que pueden resbalar con facilidad. “Sobre todo, cuando hace calor, que la cera se derrite y hay que echar serrín”, indican en Lipasam. Tan importante es el asunto que la empresa trabaja en un proyecto de innovación para evitar estas situaciones.

Entre ellas está dar con un tipo de cera que no gotee tanto, una mecha que ayude a que no se apague la llama cuando llega a la cera fundida y una cera que se solidifique rápidamente cuando llegue al suelo para que no penetre tanto en el pavimento. Pese a los esfuerzos, la limpieza de la cera en las calles es polémica incluso en Sevilla.