En esta hora grave, la academia de Hollywood acaba de anunciar la expulsión de Harvey Weinstein. ¿Quién? Un productor de cine, el de Miramax, conspicuo a la par que lascivo big boss del ramo de las familias del cine americano y, en consecuencia, patrocinador demócrata. Eso no ha cambiado desde que Willi Münzenberg mandó a Otto Katz a "evangelizar" Los Ángeles por encargo de la Komintern. Desde entonces es fama mundial que hay un alma profunda española y fundamentalista, proclive a la tragedia por culpa de los impulsos homicidas de los toreros y los curas oblongos. Todo mentira, pero en escenarios naturales. En esencia, el cine.
La remoción en el senado de la industria de productores, directores y actores que concede los premios Oscar abunda en los inéditos y preocupantes signos que indican que la Tierra ya no gira en torno a su eje sino sobre la punta del palo de una escoba. Weinstein es una especie de sátiro a lo Strauss-Kahn por cuyo tálamo habría pasado lo más granado del star-system femenino a modo de peaje para ingresar en el selecto club de las pin-up preferidas de los cinevidentes.
El productos Harvey Weinstein, protagonista del escándalo de abusos sexuales en Hollywood / EFE
Asia Argento, Ashley Judd, Gwyneth Paltrow, Angelina Jolie, Mira Sorvino, Cara Delevigne y un largo etcétera de actrices denuncian haber sido objeto de situaciones de abuso protagonizadas por Weinstein y otros tiburones de Hollywood. Hace más de medio siglo que Tippi Hedren dijo cosas muy feas y muy ciertas de Alfred Hitchcock, pero el genio, como en el caso de Picasso, se hacía perdonar al pervertido que llevaba dentro. Eran otros tiempos. En estos, Weinstein sabía distinguir una idea rentable de un mojón sin salida en una industria "cultural" que genera toneladas de basura audiovisual altamente contaminante por cada minúscula pepita de oro que sobrevive a la criba. Eso sí, ideas propias, no se le recuerda ni una, lo que es un rasgo tan común como apreciado en business class y entre la clase política.
Un directivo y un presentador de la Fox, ambos veteranos y muy republicanos en el sentido estadounidense, también cayeron por libidinosos, como Bill Cosby, aunque a este no le han echado de la academia del cine por oscuras razones. Como todo es política, lo último del caso Weinstein es que Malia, la hija de los Obama, hizo prácticas en las oficinas del personaje global de la semana. Hasta ahí llega el espanto, al corazón de la familia real norteamericana. En los Estados Unidos se vive una auténtica caza de brujas contra los rijosos y aquí se legisla contra el piropo soez y contra el lírico, que es peor aún. Ya era hora.
Son tiempos convulsos en los que peligra la grandeza de España en general y también en particular, así como suculentos pelotazos mediáticos. La zozobra recorre los principales despachos. Se apela al freudiano principio de realidad, contrapeso del principio del placer. También se habla de la ley de la gravedad, del enunciado de Peter y de las estadísticas de Murphy, por lo que ya no se sabe si las noticias van del productor Weinstein o del comandante Junqueras, que hizo creer a tantos y tantos que esto sería Hollywood y cada vez se parece más al decorado de un desastre apocalíptico.