No es cierto que TV3 esté haciendo un especial del referéndum desde hace tres semanas. Otra cosa es que el 1-O sea el tema de todos los programas. De ahí que Tarda Oberta, el magacín que suple a Divendres, no se pueda sustraer de la corriente de la actualidad y tenga que abordar la espinosa cuestión entre un promocional de Merlín, la publicidad y otro promocional de Merlín.

Vador Lladó y Ruth Jiménez no tienen más remedio que emplearse en el registro de la tertulia y la información política. Si por ellos fuera hablarían de la temporada de bolets, de la eclosión de la literatura sobre las dietas milagro, de la guerra entre Gloria Lomana y Belén Esteban o de la tendencia a llevar el bajo de los pantalones por encima del tobillo, pero el momento es tan crítico que les induce a utilizar la escaleta del informativo antecedente para rellenar los contenidos de su espacio. Tal vez se deba también a que el programa es de Mediapro, la productora de Jaume Roures, uno de los paladines del proceso, de Podemos, del fútbol de pago y del emirato de Qatar.

Sea como fuere, este lunes sentaban a la mesa a Queco Novell, al guionista Pep Bras, al periodista Oriol de Balanzó y a la editora Iolanda Batallé en un ejercicio de pluralidad a favor del referéndum y, en concreto, de la independencia. Se llevó la palma la editora, que comparó las palabras de Rajoy sobre eso de que "nos van a obligar a hacer aquello que no queremos hacer" con las amenazas de un maltratador. No dijo que Rajoy lo fuera, ojo, sino que sus palabras eran las propias del típico nerviosito que pega a su pareja. Alguien, por ejemplo una víctima, podría pensar que eso es relativizar la "violencia de género", pero es indudable que eso no estaba en el ánimo de la vibrante tertuliana. 

El joven De Balanzó, por su parte, aportó que la Constitución fija que "España existe porque la puso Dios". Novell fue el menos ponderado al deslizar la posibilidad de un referéndum pactado en el que venciera el no. Enseguida fue desalojado de su error por los conductores y contertulios. Ni una cosa ni, en consecuencia, la otra, pasará.

Sería injusto determinar que en el programa los "españoles" y "España" fueran considerados poco menos que un residuo terminal del siglo XIX ante el afloramiento imparable de la república catalana megademocrática y pasmo del mundo mundial. La tertulia se abrió con el acto por el referéndum en la capital. "Y cantaron L'estaca", subrayaba Vador, cosa que De Balanzó relativizó al apuntar que la canción de Lluís Llach es la que cierra todos los mítines de Podemos. A Batallé, en cambio, el gesto todavía le pone los pelos como escarpias. Dice que va mucho por Madrid y necesita cariño, saber que no todos los españoles son unos australopitecos maltratadores. Y todo esto en la primera parte de la franja de tarde, en la tertulia de los hombres (y mujer) de letras.

Después, para refrescar, sentaron en la mesa a Jordi Puigneró, secretario para la "gobernanza" de las Tecnologías de la Información y la Comunicación, que venía de recibir la visita de Carles Puigdemont para dar aire a la denuncia de que las webs de la Generalitat están sufriendo un 200% más de ciberataques este septiembre que en otros meses. Apasionante.