“La apuesta era muy importante porque también lo era la desestacionalización: queríamos atraer visitantes con poder adquisitivo mediante grandes acontecimientos e instalaciones deportivas”.

Así se ha defendido el expresidente del Gobierno balear Jaume Matas durante el juicio que arrancado este lunes en Palma de Mallorca en lo que constituye la génesis de su calvario judicial: el millonario sobrecoste que acarreó la construcción del velódromo Palma Arena, considerada la infraestructura insignia de su último mandato (2003-2007) y de cuya ejecución se ha desentendido: “Mi decisión fue política”.

El discurso es conocido. Se trata de un alegato esgrimido ya en anteriores citas judiciales en las que, de igual forma, el antiguo líder del PP isleño y exministro adujo no tener nada que ver con la tramitación --irregular-- de sus proyectos.

Cuarto juicio contra Matas

Con semblante tranquilo y reposado, Matas ha vuelto a verse las caras con un tribunal acusado de delitos de prevaricación, fraude y falsedad documental por los que se enfrenta a una petición global de cuatro años de cárcel.

Se trata del cuarto embate en su palmarés procesal: ya fue juzgado y condenado a nueve meses de prisión -que cumplió de forma íntegra- por auspiciar el pago de dinero público al articulista que le mimaba en sus crónicas; a una multa de 9.000 euros por la contratación ficticia de su mujer por parte de un conocido hotelero mallorquín, y a otros tres años y ocho meses de privación de libertad --pendientes de la confirmación del Supremo-- por favorecer al Instituto Nóos.

Infundía temor

No está solo en esta brega. Junto a él se sienta en el banquillo quien fuese director general de Deportes durante aquella etapa y medallista olímpico José Luis Pepote Ballester. El ministerio público solicita para él un castigo menor: seis meses de cárcel a sustituir por multa al haber colaborado desde el principio con los investigadores. El exregatista, quien en 1996 copó las páginas de los periódicos tras alzarse con el oro en los Juegos Olímpicos de Atlanta, ha sido tajante respecto al papel ejercido por Matas al frente del Ejecutivo autonómico: “Todo el mundo le tenía miedo”.

Nunca hasta ahora se había expresado con tal vehemencia, aunque ya en el juicio del caso Nóos, celebrado el año pasado y en el que también fue juzgado, llegase a aseverar que las instrucciones que procedían de su superior “no se discutían”. Y así coincidieron en atestiguarlo varios de los exaltos cargos de aquella legislatura.

Confianza máxima con Pepote Ballester

El expresidente no ha sido parco en palabras y, durante el interrogatorio efectuado por la fiscal Laura Pellón, Matas se ha remontado al origen de todo: si, tras ser investido presidente por mayoría absoluta tras las elecciones de 2003, llamó a Pepote para que se encargara de la Dirección General de Deportes fue por considerarle “una persona muy capaz, con una gran trayectoria deportiva y por su experiencia en empresas vinculadas a este ámbito”. A partir de ahí, la relación entre ambos sería profundamente fructífera y estrecha.

Tanto que cuando Ballester le trasladó que Palma había optado a la candidatura como sede para la celebración del Mundial de Ciclismo en Pista de 2007 --la Fiscalía sostiene, por el contrario, que fue Matas quien instó al exmedallista a tratar de conseguirla--, apoyó la iniciativa sin dudarlo puesto que “dentro de la política del Govern estaba la de fomentar este tipo de estrategias”.

Así que cuando la cita fue adjudicada a la ciudad y Matas, ha relatado, fue consciente de que iba a ser “un gran acontecimiento internacional de gran repercusión y Palma se jugaba su prestigio”, no le tembló el pulso: sin mostrar oposición alguna --“más bien al contrario”-- y ante la necesidad de una infraestructura homologada para la celebración del Mundial, adoptó finalmente la “decisión política” --tal y como lo ha remarcado en varias ocasiones a lo largo de su declaración-- de impulsar el Palma Arena.

Nada sabe de la tramitación

En este punto, el expresidente ya nada sabía. El asunto fue puesto en manos de una de las consellerias del Ejecutivo balear y los distintos órganos de contratación de éste decidieron que el organismo adecuado para gestionar la construcción sería la Fundación Illesport, entidad que, según las acusaciones, nunca llegó a reunirse para tomar decisiones puesto que emanaban directamente de Matas. El Illesport tan sólo era un parapeto para canalizar órdenes. Matas, sin embargo, asevera que no llevaba el día a día y que de la tramitación no se encargaba.

Pepote, 'arrepentido' desde el principio

La confianza con Ballester, influyente en su época de máximo apogeo a nivel político por sus contactos al más alto nivel con la Familia Real, era máxima. Pero cuando ambos se vieron inmersos en este macro proceso judicial, que estalló en agosto de 2009, Pepote decidió seguir otro camino y contar la verdad. Su familia le animó a colaborar con la justicia.

Y en su comparecencia en el juicio, tras señalar que todo recaía sobre él, ha manifestado que lo que quiere es “estar tranquilo e ir a pescar con mi llaüt”, una pasión, la del mar, que le mantiene distraído de las vicisitudes judiciales.