El caos y la polémica están servidos tras años de remiendos en las titulaciones universitarias. En el curso que se inicia este septiembre deberá entrar en vigor el famoso decreto del 3+2. Se trata del sistema de títulos de grado de tres años y el máster de dos, que se ha establecido en el cuestionado Plan Bolonia en España. Eso sí, nadie tiene idea de cómo se va a implantar.
Con licenciaturas de cinco años, España optó en 2007 por grados de cuatro y máster de uno (4+1). Le siguieron en esta idea Grecia, Chipre, Ucrania y Turquía. El polémico exministro de Educación, José Ignacio Wert, bajo un extraño y paradójico apoyo de Cataluña, apostó por abrir el sistema del Espacio Europeo de Educación Superior (EES), como se le denomina oficialmente en 2015. Ante la resistencia de la comunidad universitaria, su sucesor, Iñigo Méndez de Vigo, planteó una moratoria de dos años. Justo para el curso 2017-2018 que ahora comienza.
Estudiantes universitarios durante un examen / CG
El galimatías se completó con la dudosa “clarificación” aportada por este ministro y portavoz del Gobierno, ante las presiones de la CRUE (Conferencia de Rectores de Universidades de España). La introducción del 3+2 será solo para titulaciones de nueva creación y en el resto “cada universidad tendrá libertad para decidir la duración de los grados, optando entre 3 ó 4 años", especifica el organismo de los rectores.
Cisma y fiebre de del Máster
El resultado es una especie de cisma y rompecabezas, en el que diez universidades han apostado totalmente por ofrecer títulos cortos, según datos de Ministerio de Educación. La Pompeu Fabra (UPF) y la UB son las únicas públicas; las ocho privadas son la Alfonso X el Sabio de Madrid, Antoni Nebrija de Madrid, Oberta de Catalunya (UOC), San Antonio de Murcia, Internacional de la Rioja, Miguel de Cervantes de Valladolid, la Europea de Madrid y la Internacional Isabel I de Castilla.
Los 74 campus restantes aún no han decidido que hacer al respeto. Tienen donde elegir. Solo 54 títulos tienen garantizado seguir en cuatro años, la mayoría ingenierías o ciencias de la salud, reguladas por su correspondiente norma sectorial. El Registro de Universidades, según el BOE de hace unas semanas, recoge nada menos que 2.481 títulos de grado y 4.877 de máster.
Estudiantes universitarios atienden explicaciones sobre sus titulaciones
Ante un paro entre los jóvenes de 16 a 24 años que ronda el 40%, cada vez son más los titulados universitarios los que optan por seguir sus estudios después de su graduación.
Los másteres son una auténtica fiebre. Los matriculados en los oficiales han aumentado en un 77,7% en los últimos seis años. Según datos del Ministerio de Educación, los matriculados han pasado de 104.844 en el curso 2010-2011 a 184.745 en el último año.
En el primer curso de implantación de estos posgrados (2006-2007) apenas hubo 16.609 estudiantes. Un informe de la CRUE considera que, sin embargo, el aumento no es desmesurado: “Unos lo hacen como refugio en momentos de crisis, otros para diversificar el currículum, otros por vocación para ampliar conocimientos y otros para mejorar sus oportunidades en el mercado laboral”, explican sus coordinadores. Sólo el 11% de este alumnado tiene más de 40 años.
Carreras más caras
Los sindicatos CCOO, el Sindicato de Estudiantes (SE) y la Coordinación de Representantes de estudiantes de Universidades Públicas (CREUP), entidad que representa a un millón de alumnos, coinciden en que el reemplazo de un curso normal por uno de máster encarecerá las carreras. Los créditos de éste son más caros. El promedio de un año de grado son 2.000 euros, mientras que el de máster supera los 3.600.
Llueve sobre mojado. El encarecimiento se suma a la subida de tasas de hasta un 66% desde hace cinco años. “Solo una minoría privilegiada podrá costearse unos estudios universitarios que costarán más de 25.000 euros”, asegura una portavoz del SE. CCOO y UGT alertan de que el paso de los grados de cuatro años a tres llevará consigo una fusión y provocará una considerable reducción del cuerpo docente. Precisamente, esa fue una de las primeras trabas contra la homologación de los estudios universitarios con Europa.
Líderes en fracaso
Un panorama con tantas incógnitas no ayuda. Acrecienta las dudas de los estudiantes a la hora de elegir carrera. Según el reciente análisis realizado por el Círculo de Formación, un 80% de los estudiantes tienen ciertas dudas. Además, un 30% de los universitarios españoles deja la carrera que eligió, según Eurostat. La media de la UE es del 14,2%.
Este porcentaje crece año tras año. Coloca a España en el liderazgo europeo del fracaso universitario y del escolar en niveles inferiores. El Instituto de Estudios Económicos (IEE) ha puesto cifras: de los 220.000 alumnos que entran cada año en el campus, 66.000 lo dejan antes del tercer curso. La fuga tendría un coste de casi 3.000 millones de euros anuales.
Las carreras técnicas (Ciencias e Informática) son las más afectadas. Le siguen las de Artes y Humanidades. Los especialistas destacan entre los motivos del fracaso “un alto nivel de exigencia, mala y escasa orientación previa y poca información e insuficiente formación previa". Entrar en la carrera sin saber a qué se enfrentarían, expectativas erróneas y no saber adaptarse a la vida universitaria son otras de las razones. La tasa de abandono es mucho menor en las carreras más vocacionales, como Medicina, Enfermería o la formación de docentes.
A la cola mundial
El panorama coincide con la bajada de otro escalón de los campus españoles en el último Ranking Shanghái. España ha perdido a su representante (Universidad de Barcelona) entre las 200 mejores y sólo tiene 11 entre las 500. Corea, Singapur o Arabia Saudí tienen ocupan varios centros universitarios en el top 100.
La Universitat de Barcelona baja en el ránking de mejores universidades
La clasificación agrava la brecha entre la esfera académica y lo que exigen las empresas, en un mercado laboral en constante cambio. La razón principal que aleja a los campus nacionales de los primeros puestos, según los evaluadores, es que se valora esencialmente la investigación (sobre todo la científica y técnica) de muy alto nivel y se prima con hasta un 30% de puntuación a las universidades con alumnos y profesores en posesión del premio Nobel o la medalla Fields (Matemáticas).
España carece de estas estrellas científicas. No ha logrado ningún Nobel en los últimos 111 años. Severo Ochoa estaba nacionalizado estadounidense.