Así sucedió: 16:47 horas del día 17 de agosto. Omar T.G., de origen marroquí, de 30 años, albañil, vecino de Girona, se disponía a subir paseando con su novia, por el carril central de Las Ramblas de Barcelona tras comer en un cercano restaurante de comida rápida. Al encarar el paseo se encontró de frente con una furgoneta blanca que, con velocidad decreciente, bajaba en dirección mar atropellando a cuantos transeúntes se encontraba en su camino. Una imagen imposible, propia de una película de terror.
Unos 30 metros separaban a Omar y a su novia de aquel vehículo en marcha. Ella se desmayó por el impacto de la imagen y él la apartó del carril central y la cobijó tras un ascensor exterior de la parada de metro de Liceo.
El ascensor exterior de la parada de metro de Liceo, donde el testigo refugió a su acompañante / CG
Terror en primer plano
Omar supo inmediatamente que aquello no era un accidente de tráfico: era terrorismo en estado puro, intuyó que era terrorismo islamista radical. Esta vez, le había tocado el turno a Barcelona en la macabra tómbola criminal. Y Omar era testigo privilegiado de aquel horror.
Salió de nuevo a la calzada central (la peatonal) y se encontró de cara con la furgoneta. El vehículo se había detenido a escasos 15 metros de su posición.
Calzada central de Las Ramblas
Younes Abouyaaqoub permanecía inmóvil, agarrado al volante con los ojos fijos en los de Omar. Así, “tres o cuatro o cinco segundos, una eternidad”, relata el testigo en declaraciones exclusivas a este medio.
Younes, camina o revienta
Younes reaccionó. Apresurado, trató de bajar de la furgoneta pero la puerta no se abría. La golpeó varias veces hasta que ésta cedió y, finalmente, salió a la calle donde se topó con un hombre de unos 50 años que le plantó cara. “El conductor le propinó un tremendo puñetazo que desplazó al ciudadano unos dos o tres metros cayendo conmocionado”, añade Omar.
“No olvidaré nunca su cara, su cejas rectas, su aspecto aseado, bien peinado. Un hombre delgado, pero atlético. Nos volvimos a mirar y él, tras golpear a aquel ciudadano, parecía ido, como en estado de shock. Así un par de segundos hasta que pareció despertar y salió corriendo en dirección norte por la acera contraria a la fachada del Teatro del Liceo", relata el testigo clave.
Acera contraria a la fachada del Teatro del Liceo
Héroe ciudadano
"No me lo pensé. Mi novia estaba siendo atendida y, sin saber de dónde, saqué el impulso, me puse a correr tras él y a insultarle y a gritar: ¡Es él, es él!, pero la gente se apartaba de su camino". En plena persecución Younes hizo el ademán de pararse frente al establecimiento JamonExperience, pero sólo fue un titubeo.
Establecimiento Jamón Experience de Las Ramblas, frente al cual se paró el terrorista en su carrera de huída / CG
Continuó su escapada y, metros más arriba, cruzó Las Ramblas sorteando algunos heridos que él mismo había ocasionado solo minutos antes y se introdujo por uno de los laterales del mercado de La Boquería.
Uno de los laterales del mercado de la Boquería. A través de ese pasillo huyó el fugitivo / CG
Miedo apelmazante
Omar reconoce que toda aquella imagen le sugería un sueño macabro. Quizá por ello, cuando, en plena persecución, cruzó aquellas Ramblas ensangrentadas, se bloqueó y sus piernas se negaron a correr. Sacando fuerzas de donde no había, se giró sobre sus pasos y se dirigió a un guardia urbano que atendía a los heridos: “¡Es él, le he visto! Es el conductor, lleva una camiseta de color claro y tejanos... va por ahí [e indicaba la dirección del mercado al agente], va por ahí", insistía con los ojos anegados por las lágrimas y la impotencia.
La Guardia Urbana inició la persecución pero Younes había desaparecido entre el desconcierto y las avalanchas de transeúntes que corrían de aquí para allá, despavoridos.
Declaración policial
“La policía nos confinó, a mi y a mi novia, en el bar Internacional, junto a Las Ramblas. Y dos horas después, la Guardia Urbana me llevó a una especie de improvisada sala de la policía junto al Hard Rock Café, (en plena plaza de Catalunya) donde me tomaron declaración y me enseñaron muchas fotos de sospechosos. Pero ninguna que correspondiera con él". De hecho eran fotos del banco de datos policiales, que nada tenían que ver con los miembros de la célula.
Bar Internacional Beer, lugar en el que los agentes hicieron esperar al testigo y a su novia / CG
Marcado de por vida
Omar T.G. ha explicado de esta forma una vivencia que jamás olvidará, que le hacia tartamudear mientras la relataba a Crónica Global, que ha ocultado a sus amigos y a su madre y cuyo silencio ha roto el mismo día en que los Mossos abatían a aquel joven conductor de la furgoneta, que acabó con 14 vidas y que le miró durante unos segundos como quien busca un asentimiento imposible.
Omar T.G. no quiere mostrar su rostro. Ni siquiera ahora que sabe que Younes Abouyaaqoud está muerto. “Su imagen y su mirada, me va a perseguir toda la vida...”.