La cobertura televisiva de los atentados de Barcelona y Cambrils consagra la pujanza de los verbos vincular y abatir, toda vez que hasta estas horas y siempre según la versión de Josep Lluís Trapero, todo y nada podría está vinculado o ser susceptible de ser vinculante en un momento dado con los terroristas detenidos, los abatidos muertos y con la casa de Alcanar o la mezquita de Ripoll, localidad por donde merodean los periodistas que no respetan nada. Cosas del directo y del minuto a minuto de las investigaciones. El Major Trapero, impecable bronceado, es el protagonista del non stop catódico, centrifugado de imágenes borrosas del fantasma de terroristas fulminados, perdón, abatidos. 



Ni siquiera la predisposición del mayor de los Mossos a comparecer ante los medios evita que las televisiones se adentren en profundidades que sobrepasan la capacidad periodística para interpretar que si en el suelo hay colillas, ahí se ha fumado. Pues no necesariamente porque alguien las podría haber dejado para despistar. Telecinco, siempre a la vanguardia de la actualidad más trepidante, llegó al extremo de cancelar el viernes la emisión de Mujeres, hombres y viceversa para hacer acopio de brujuleantes datos de última hora, como que Ripoll está en Gerona. TVE también compite en esa liga y aprovechó unas imágenes de unos señores musulmanes que condenaban el terrorismo en 2015 para ilustrar los atentados del 17-A. Los riesgos del dentro vídeo en directo.



Con más reposo, digeridas las primeras 48 horas, llegó el turno de la televisión de calidad, exquisitez expresada en la entrevista de Mediaset con una hermana de los hermanos Oukabar, detenido el mayor Driss y muerto el pequeño, Moussa, de 17 años. Yassira dice que eran chicos normales, que el imán les debió confundir y que la familia está destrozada. Pilar Rahola es la reina del plató de Mad in Spain, programa de periodismo de altos vuelos, para que el presta declaración la joven. Rahola se bate como una jabata y es eficaz en la denuncia del carácter integrista y medieval de las petromonarquías. Y si alguien tiene que decir lo obvio sobre las mujeres en el Islam, nadie mejor que Rahola.



Pasa que como milagros ya ni en Lourdes, Rahola no pudo hacer nada en defensa del consejero Forn y su distinción entre muertos españoles y catalanes, esa clase de traiciones del subconsciente que valen tanto como un par de artículos de De Carreras para adentrarse en los códigos del laberinto nacionalista.



El món ens mira, pero en televisión estamos a años luz del show americano. El informativo de El Financiero de Bloomberg, desde México en español e inglés, confunde a Puigdemont con un posible terrorista, tal como se puede comprobar en Youtube. El presentador no deja de manifestar cierta sorpresa. Entre los detenidos figura un tal Carles Puigdemont, según las notas que le habrá pasado algún becario descuidado y desaprensivo. "Con ese nombre debe ser catalán", afirma extrañado Leonardo Kourchenko, que con tal apellido por lo menos es de Sebastopol o Bilbao.