Sin miedo, pero con tranquilidad. Sin gritos, sin música fuerte, con mesas libres --tampoco demasiadas-- en las plazas más codiciadas del barrio. Así, las Fiestas de Gràcia hacen frente a los días posteriores a los atentados de las Ramblas y Cambrils.
Para cualquiera que haya concurrido años anteriores un sábado a la Fiesta Mayor más importante de un barrio de la Ciudad Condal hubiera sentido tristeza. Las calles no han quitado sus decorados. Al contrario, están más conservados que nunca, porque tampoco hay demasiada gente como para que se rompan con facilidad.
Una calle de Gràcia decorada, donde se podía circular con total tranquilidad / CG
Sin conciertos
Cada calle del barrio, cada año, además de su decorado ofrece un estilo musical y un escenario con bandas o un disc jockey que se encarga de dar el toque al espacio, acorde a la temática escogida.
En esta ocasión, con excepción de algunas vías que han ido a contracorriente, los escenarios se han visto vacíos y algunos dj’s se encontraban solos, rodeados de algunos amigos y vecinos con vasos en la mano, charlando, y bailando muy poco. La calle Verdi ha sido sin duda la más concurrida del sábado, aunque también se notaba una extraña calma.
Calle Verdi, la más concurrida del barrio en las Fiestas de Gràcia / CG
Ambiente familiar
Al pasar por algunas calles, completamente decoradas, se sentía uno invasor. Solo los vecinos y sus familiares y amigos sentados alrededor de las mesas, sin música o con música muy baja, han sido la postal más extraña que se ha podido ver el sábado noche en el barrio.
Familias con niños también han aprovechado la tranquilidad de las fiestas --que el fin de semana suele comenzar a poblarse de jóvenes con algunas copas de más-- y han salido con los más pequeños a dar una vuelta.
Mesas libres
Conseguir una mesa en el barrio de Gràcia, en una terraza y en verano es tarea imposible. Pero el sábado noche no lo era. La gente ha salido, se ha sentado en las calles, pero no demasiado tiempo, lo que permitía un recambio constante.
Camareros animados, con mucho menos trabajo para el que se habían preparado, y dueños de locales con caras de preocupación, ya que este año costará más hacer el agosto.