Jordi Pujol Ferrusola (i), Germa Gordó (c) y Miguel Blesa (d) / FOTOMONTAJE CG

Jordi Pujol Ferrusola (i), Germa Gordó (c) y Miguel Blesa (d) / FOTOMONTAJE CG

Vida

Corrupción política: la triste vida del apestado

Reputados políticos y financieros viven, humillados, el ocaso de sus vidas tras el abandono de los que tanto les apoyaron incluso mientras delinquían

29 julio, 2017 00:00

El diario argentino Clarín tiene desde hace años una sección que titula Pateando al caído. Los periodistas que trabajan en ella encuentran, de forma recurrente, a personalities del mundo de las finanzas o la política que, tras caer en desgracia o, lo que es lo mismo, tras caer en manos de la policía y la justicia, fueron abandonados, ninguneados y despreciados por su propia gente como si se tratasen de apestados o leprosos de los que no sólo había que huir, sino también renegar.

En España, la retahíla de corruptos parece inacabable y, por lo tanto, existe materia prima suficiente como para identificar historias personales de flagrante abandono, rallante con la humillación, de tipos que otrora lideraron grandes corporaciones, partidos o Administraciones en España. Muchos de ellos lo hicieron con ínfulas de poder absoluto o, al menos, nada disimulado. Para ellos, más dura ha sido la caída.

De Blesa a Pujol

Encontraremos muchos casos así. 

Dicen que tras el suicidio de Blesa se esconde la mella causada por el desamor de aquellos que durante años se enriquecieron con él y gracias a él y que ahora ni tan solo reconocen haberle conocido un día.  

La ingratitud, puede tener tiznes dañinos.

Otro caso concreto es el de Jordi Pujol Ferrusola. Hace casi un mes desde que el juez José de la Mata fijó contra él una fianza de tres millones de euros. Los Pujol lo tienen todo embargado o “en manos de Montoro”, se nos dice. Cabía pensar que, para no dar sensación de un excesivo poderío, Júnior no pagaría de forma inmediata la fianza y dejaría pasar tres o cuatro días con la excusa de “estar recogiendo” el dinero de entre amigos fieles.

Pero no han sido cuatro días, sino más de un mes el tiempo que lleva en la cárcel sin poder acumular esa fianza. Demasiado tiempo para ser una estrategia de imagen. ¿Dónde están esos mariachis que se enriquecieron a su vera o esas familias pudientes que durante tantos años tanto le rieron las gracias al matrimonio Pujol Ferrusola?

'Caso 3%': sálvese quien pueda

El caso del ex director general de GISA es otro ejemplo flagrante del desprecio absoluto a una figura que, sólo hace unos años, formaba parte de todas las quinielas en las que apostaban políticos y constructores de este país. Josep Antoni Rosell, tras ser destituido de GISA, recaló en el Departamento de Agricultura, en donde tiene plaza en calidad de funcionario de carrera.

Nadie le habla, nadie le saluda, ni sus antiguos compañeros. Lo han arrinconado en una especie de sala de máquinas, donde se almacena el servidor informático, sin ventanas y sin otra compañía que los cables de conexión de los ordenadores.

Rosell prepara una demanda por mobbing y está de baja por depresión.

Gordó, el enemigo

Germà Gordó es otro de los apestados. Sus propios excompañeros de CDC que le rendían culto y tributo en tanto que mandamás en la sombra, ahora tratan de no encontrárselo por los pasillos del Parlament. Gordó es alguien de quien no pocos se avergüenzan, quizá ante el temor de que el aliento de los fiscales que nota el exconseller en el cogote les llegue a alcanzar a ellos.

Gordó acostumbraba a convocar fastuosas fiestas en La Cerdanya tras el verano coincidiendo con su cumpleaños. A ellas asistía lo más selecto de la clase política, el empresariado y los jueces. Veremos quién va este año. Veremos si hay fiesta.

Los corruptos también lloran

Ni que hablar hace falta de casos como los del exalcalde de Santa Coloma de Gramanet Bartomeu Muñoz, o el de el exalcalde de Sabadell Manuel Bustos, “jefes” de la trama Pretoria y Mercurio, respectivamente. En la calle Nicaragua —sede del PSC— ahora nadie les conoce y los de antes, tampoco los recuerdan. Es lo que tiene caer en desgracia.

Comentaba un fiscal anticorrupción a este medio que “para tirase al ruedo de la corrupción se ha de tener pocos escrúpulos y las espaldas muy anchas, sobre todo por si vienen mal dadas. La humillación del exrico, expoderoso o ex tonto útil puede provocar suicidios, depresión o impulsa a esos tipos que tirar de la manta sin compasión”.