Cada vez son más los titulares de un quiosco que, vencidos por la crisis del papel y la económica en general, deciden tirar la toalla y desprenderse del negocio que hasta la fecha les había mantenido. “El sector se está muriendo. No sabemos cuánto durará”.
Habla Cristina Arnés, presidenta de la Asociación Profesional de Vendedores de Prensa de Barcelona y Provincia, y cuenta a este medio los dos puntos fundamentales que les han llevado a esta situación: en primer lugar, el cambio de hábitos en la sociedad, que se informa ahora a través de internet (“Una herramienta muy útil pero a la vez muy cruel”).
Monopolio
En segundo lugar, las condiciones comerciales “horrorosas” con las que lidiar. Denuncia el “monopolio brutal y abuso de los distribuidores” que se han repartido el pastel equitativamente para abastecer a todos los quioscos de la ciudad. “Si quieres tener todas las cabeceras importantes, debes acudir a todas ellas”, cuenta.
Y cada una de ellas obliga a los quiosqueros a pagar una fianza que suma unos 9.000 euros en total, más 110 euros de promedio cada semana en concepto de portes para que les lleven la prensa y las revistas. Pero tener un negocio como este, actualmente, no es como hace un tiempo. “Antes era negocio familiar, exclusivo, como también lo era una parada de mercado. No había internet ni competencia”, dice Arnés.
Diarios internacionales a la venta en un quiosco de L'Hospitalet / CG
Diarios gratis
Critica que algunos editores sean los que regalen los diarios en puntos como universidades, edificios gubernamentales o transportes públicos. “¿Entonces para qué abro yo a las seis de la mañana?”. Y los emprendedores se ven obligados a tomar otras alternativas al papel, como vender cremas solares, café, bebidas, imanes o artículos de playa, entre otros. “Los quioscos de Barcelona nos estamos prostituyendo”.
En función de la zona en la que esté situado el punto de venta, ya sea quiosco o tienda, el porcentaje varía. En la zona de Sagrada Familia, el 30% de la caja diaria son ventas de diarios y, el otro 70%, productos típicos de Barcelona. En un barrio como Horta, por ejemplo, puede ser a la inversa.
Venta ambulante
Si el quiosco está situado en zona de playa, los propietarios del negocio se encuentran con un problema añadido: el top manta. Es el caso de Pilar Gil, quiosquera desde hace más de 30 años en el paseo Joan de Borbó. La venta ambulante se coloca frente a su parada y venden los mismos productos con los que ella gana más dinero, sobre todo, en estas épocas.
“No es rentable si has de sobrevivir solo con la venta de prensa y revista. Cuando abrí el quiosco solo tenías un problema: estar bien situado. Pero con los grandes cambios en la información en la era de internet y el despliegue de la prensa gratuita, se hace prácticamente imposible sobrevivir”, lamenta.
Postales y mapas de Barcelona a la venta en un quiosco / CG
Por eso se ha visto obligada, ella también, a vender productos en absoluto relacionados con los medios de comunicación. Pese a todo, no se ha planteado cerrar la persiana porque todavía no tiene edad de jubilarse. “La lucha es dura, pero hay que seguir”, espeta.
Benditas promociones
En la ciudad de Barcelona quedan poco más de 300 quioscos, pero de ellos unos 260 están abiertos y en activo. El consistorio barcelonés está en proceso de elaboración de un plan estratégico que tiene que definir el modelo de negocio, las concesiones, la reducción y fijación de su nombre.
La presidenta de la Asociación de Vendedores de Prensa lamenta que los domingos, antes, eran el día de gloria de los quioscos y ahora se han convertido en el peor día de la semana. “No sé qué les ha pasado a los domingos. Antes trabajaban cuatro personas y ahora solo una y tranquilamente. Y eso que tenemos que recortar pegatinas y boletos de la típica promoción. Pero hija, bendita promoción…”.