“En la cárcel de Soto del Real (a unos 25 kilómetros de Madrid) hace un frio que pela en invierno y un calor insoportable en verano. Pero eso no es lo peor. Lo peor es que desde los patios y los chavolos no se ve otra cosa que los enormes muros del talego. No vemos paisajes, sólo paredes de ladrillos o el cielo si miramos hacia arriba”.
José Antonio M.G ha pasado los últimos cinco años de su vida encerrado en la cárcel de Soto del Real cumpliendo una condena por atraco a mano armada. Pasó ese tiempo entre los módulos 4 y 7. Dice que no convivió, ni siquiera vio a ninguno de esos famosos delincuentes de cuello blanco que han estado o están encerrados a disposición de juez o cumpliendo condena. Resulta casi insólita o cuanto menos asombrosa esta afirmación porque las decenas de delincuentes de cuello blanco de Soto del Real (mediáticos o no) están repartidos a lo largo de las 14 galerías del penal. Y se les conoce y se les reconoce muy bien.
Presos y famosos
Luis Bárcenas en la cárcel de Soto del Real
Hoy por hoy, en el módulo 4, pero en celda separadas, se encuentran el expresidente del Barça Sandro Rosell y, durante dos meses, Jordi Pujol Ferrusola. En el módulo 10, Manuel Díaz Ferrán, hermano del expresidente de CEOE. En el módulo 1, los hermanos Ignacio y Pablo González. Hasta no hace demasiado, el extesorero del PP Luis Bárcenas, el expresidente de Caja Madrid Miguel Blesa o Mario Conde, que fueron cambiando de módulo en función de la disponibilidad de plazas. Ellos también fueron ilustres inquilinos del penal.
Según fuente penitenciarias, estas celebridades de la corrupción reciben un trato idéntico al del resto de internos.
Nada mas entrar, y durante las primeras semanas, la dirección del centro les adjudica a cada uno de ellos un preso veterano como compañero de celda. Lo marca el protocolo. Díaz Ferrán, por ejemplo, compartió celda con un joven camello al que se le diagnosticó, ya estado preso, una esquizofrenia aguda.
Una celda en la cárcel de Soto del Real
Estos delincuentes mediáticos (conocidos también en el argot como “delincuentes de moqueta”) se levantan (como el resto) a las ocho de la mañana. A las 8.30 desayunan. Al acabar regresan a la celda, la recogen, y a las 10.30 y hasta las 13.30 pueden acceder al patio.
La cárcel de Soto de Real dispone de 1.008 celdas distribuidas en sus 14 galerías. El centro penitenciario, construido en 1995, es el único de Madrid que dispone de una ducha por celda y un patio por cada galería. Cada celda dispone de dos literas.
Por la tarde los presos pueden elegir entre el patio, la sala de estar, el gimnasio o actividades programadas y a las 20.30 toca la cena y de nuevo a la celda para dormir.
Los Rosell, Ferrán, Ignacio González y compañía tienen derecho a cinco llamadas telefónicas a la semana que no pueden durar más de cinco minutos cada una.
Sandro Rosell entrando en la cárcel
Morder el polvo
La distribución arquitectónica de la cárcel hace que, difícilmente, los presos que se encuentran en distintas galerías se lleguen a encontrar durante su cautiverio.
Soto del Real, una cárcel que despliega sus 78.196 metros construidos sobre una leve meseta sometida a los vientos gélidos de la sierra, está considerada como “centro de preventivos” de la Audiencia Nacional, de ahí que buena parte de los presos con diligencias pendientes en este órgano judicial recaigan en este penal.
Francisco Correa abandonando el centro penitenciario
La paredes de las celdas y los patios de Soto del Real son testigos de infinidad de secretos, lamentos y planes de venganza de esas celebrities que han mordido el polvo de un infierno que jamás pensaron conocer. Esas mismas paredes que no han dejado a los presos como José Antonio M.G, y a los que allí continúan ver más allá del cielo, mientras la vida trascurre ajena y despreocupada de ellos.