Las cifras oficiales hablan por sí solas. En 1980, cuando Félix Rodríguez de la Fuente era el rey de la fauna salvaje patria en televisión, se cazaron en España 30.000 jabalíes. El año pasado 300.000. Este crecimiento sin freno, un 1.000%, provoca una accidentada invasión en busca de comida de carreteras y municipios cercanos a Madrid y Barcelona, como Torrelodones o San Cugat. Incluso han pisado ya el asfalto de las dos capitales.
La fundación de la caza Fedenca estima que la población de jabalíes supera los dos millones y medio. En su cálculo multiplica por nueve los animales abatidos, ya que los cazadores --explica-- solo logran poner a tiro a un tercio y de ese tercio solo se mata una tercera parte.
Otros especialistas multiplican sólo por cinco. Es el caso de Castilla-La Mancha, la comunidad líder en capturas desde hace 35 años. El año pasado una piara invadió la piscina municipal de Tomelloso (Ciudad Real). El gobierno del socialista Emiliano García-Page acaba de autorizar batidas y caza permanentes, incluso mediante el prehistórico método de esperas y aguardos nocturnos.
Jabalíes en el centro de una ciudad por la noche
Hasta la Zarzuela
La sobrepoblación se debe en parte, según los expertos, a la desaparición de depredadores naturales (lobos y garduñas en las crías). Es constatable en rincones, plazas y hasta playas como Cadaqués (Girona) o la Concha (San Sebastián). Ha llegado incluso a los jardines del Palacio de la Zarzuela, donde juegan las infantas Leonor y Sofía, y abundan especies más señoriales como liebres, conejos, ciervos y perdices.
Patrimonio Nacional sacó a concurso en 2016 la captura de 2.400 ejemplares, cifra similar a los abatidos durante los últimos cinco años. Se emplea el sistema de jaulas y trampas, fijas y móviles, para que no sufran los animales. Las condiciones exigen acabar la operación en 2018 y que el destino de los ejemplares sea un centro de procesado.
Terror de las carreteras
Comen de todo, crían hasta tres veces al año y no atacan al hombre, salvo que se vean acosados y heridos. Pero asustan al acercarse a las poblaciones. Su exceso origina accidentes de tráfico, a veces letales. Son el terror de la carretera en la noche. A pesar de no ser las comunidades con más capturas, Castilla y León y Galicia resultan las más afectadas, con una media de diez siniestros diarios.
El año pasado, según la DGT, se vieron implicados en más de 7.000 accidentes. En los últimos seis años han provocado 58 muertes y más de 200 heridos graves. Mutuasport cifra en 1.600 euros el coste medio por siniestro, que se dispara a 6.500 en caso de lesionados y muertos.
La agricultura es otro capítulo afectado. Sólo en la Comunidad Valenciana las asociaciones de agricultores cuantifican los daños a los cultivos en 27 millones de euros. La compañía Agroseguro superó las 5.000 reclamaciones. El contencioso con dueños de cotos y administraciones es permanente.
Estado en el que quedó el coche de Núñez Feijóo tras chocar con un jabalí
Engaño con orín de lobo
La lucha contra la entrada de jabalíes carreteras, como la M-30 madrileña y el bus-VAO de la A-6, no es fácil. La administración de Cristina Cifuentes ha puesto señales y reforzado las vallas de protección en los tramos más complicados. Pero los cazadores dicen que el jabalí es tozudo y sus rutas son difíciles de variar.
En el País Vasco y Cantabria están haciendo uso de orín de lobo, un perfecto repelente. El ejecutivo de Revilla colocó el año pasado 3.000 botellas de este producto, importado de Alaska, para reducir los accidentes de tráfico en un 75%. En Galicia los técnicos de infraestructuras ensayan añadiendo al repelente feromona de jabalí, una sustancia atrayente que se esparce en las zonas de paso para desviar al animal hacia otras.
Los agricultores descartan este engorroso método olfativo por la elevada extensión a cubrir y su alto precio.
Muerte o esterilización
Asociaciones de cazadores y de animalistas, como PACMA, mantienen posturas irreconciliables para abordar el problema. Los primeros son partidarios de abatirlos sin cuartel. Los segundos se oponen radicalmente a las matanzas y sólo aceptan castrarlos con métodos incruentos e indoloros para evitar su reproducción.
En Cataluña las autoridades se han apuntado a esta opción, a pesar de que según la Federación de Caza de Barcelona, la muerte de 35.000 jabalíes genera cada año 64 millones de euros. “La caza es un método ineficaz y poco ético”, asegura la organización Faada. Para Rosi Carro, de la asociación ecologista Libera, la alta presión de la caza puede incluso provocar una natalidad más elevada.
Jabalíes en la carretera
Tras el ensayo del pienso anticonceptivo con las palomas en Barcelona, la Generalitat ha puesto en marcha un plan de esterilización dirigido por el del investigador de la Universidad Autónoma Manuel López Béjar.
El pionero proyecto pretende vacunar con este fin durante cuatro años en los municipios más afectados (Sant Cugat, Vacarisses, Terrassa o Matadepera) hasta 100 jabalíes, machos o hembras, de capacidad reproductiva reconocida. Los promotores creen que la muestra será suficiente para ir evaluando su eficacia.
Castrar a medio millón
Los cazadores agrupados en Fedenca y la Oficina Nacional de la Caza (ONC) tachan el proyecto de “broma, memez, ridículo e inviable”, empezando porque ataca a una industria que mueve 6.000 millones y 54.000 puestos de trabajo. “Seamos serios, ¿cómo vamos a capturar y vacunar 500.000 hembras o machos, vacunarlos y soltarlos, en toda España?”, se pregunta Antonio Sarasketa, expresidente de la ONC.
Manuel Herrera, experto en caza e ingeniero forestal hace otra advertencia: “Un jabalí capado lo único que no hace es procrear, pero sigue presentando los mismos problemas y puede transmitir hasta 14 enfermedades”.