Una mujer es violada cada ocho horas en España. Son datos oficiales del Ministerio del Interior, que indica que en 2015 se computaron, al menos, 1.127 forzamientos. Pero, ¿cuántas de ellas se cometen dentro de la pareja?
“La mayoría de los hombres occidentales es incapaz de ver una violación real en una relación forzada dentro de una pareja”, explica la actriz y autora del cortometraje Soy Ordinaria, Chloé Fontaine. “La ley define por violación una relación sexual forzada con una persona en contra de su voluntad”, explica. “Si se observa detalladamente, en mi película la chica repite muchas veces y de maneras distintas que no quiere tener sexo y eso es una violación en toda regla”, muestra.
¿Deseo o atracción?
“La gente tiene problemas para diferenciar el deseo sexual, la atracción sexual y el amor”, dice Fontaine: “El deseo no es algo que pueda ser controlado, que amemos a alguien no significa que automáticamente queramos tener relaciones sexuales con él o ella todo el tiempo”.
“Vivimos en una sociedad patriarcal muy reivindicada”, describe. Y añade que “no es una opinión feminista, es un hecho”. “No debes nada a nadie simplemente por estar enamorado de tu pareja”, constata. “Tienes derecho a decir no y tu pareja tiene el deber de respetarte”, avisa.
Conciencia social
La actriz y autora del cortometraje explica haber recibido muchos mensajes por la película y también de mujeres que al principio no quieren tener sexo con sus parejas y después sí: “¡Bien por ellas! Pero no hablamos de estos casos, el deseo puede despertarse pero no forzarse y eso es lo que busco denunciar”.
“Cuando decidí rodar este corto lo hice sobre todo para las mujeres que están empezando su vida sexual”, detalla: “No quiero que empiecen creyendo que tendrán que sufrir”. “La sexualidad recoge mucho el deseo de los hombres y de sus necesidades, pero, ¿cuándo hablamos de la libido de las mujeres?”
Según la psicóloga Brenda Torres, “siempre debe mirarse la estructura de la pareja” y añade que “a veces, no eres capaz de decir no por miedo a la pérdida”.
Torres comenta que la estructura social es crucial en este contexto: “A un hombre le costará mucho menos decir no que a una mujer, la mujer tiene más necesidad y es más vulnerable”. A pesar de eso detalla que no es una cuestión de género: “A los hombres les cuesta decir que no porque se espera de ellos que protejan, que sean viriles y estar siempre dispuestos a mantener relaciones sexuales”.
“Cuando de pequeños no hemos recibido las atenciones adecuadas, somos inseguros y lo que aprendemos es que la persona que me quiere no está pendiente de mí y eso genera carencias a largo plazo”, expone Torres.
El papel del porno
“El porno ha hecho mucho daño porque crea esa percepción de ver a la pareja como objeto sexual”, sentencia por otro lado el también psicólogo y miembro fundador de Conexus Álvaro Luis Ponce. “Algunas mujeres simplemente acceden a satisfacer el deseo de su pareja para evitar el conflicto”. Aunque a diferencia de Torres, para Ponce este comportamiento “refleja una cuestión de género y roles que se repiten a lo largo del tiempo”.
“Los jóvenes cada vez más saben que hay unos límites que no pueden perpetrar, aun así, este tipo de relaciones de poder se normalizan y no se habla suficiente, y hay que hablar y deben conocerse las necesidades de uno y de otro”. “He tenido muchos casos, sobre todo de hombres heterosexuales, en los que las parejas simplemente cedían a los deseos por miedo a plantarse”.
“Hay que dejar que el sexo fluya, que surja, nada de imponer e insistir hasta conseguir el sí”, concluye.