El fantasma del machismo vuelve a planear sobre Barcelona. La ciudad se convertirá en la sede de las dos pruebas más importantes del mundo del motor. El circuito de Montmeló albergará este fin de semana el Gran Premio de Fórmula 1 y entre el 8 y el 11 de junio, el Mundial de Moto GP. Dos carreras a las que perseguirá la polémica de Raquel Muñoz, la joven que denunció a Schweppes por hacerle vestir un uniforme con el que “se enseñaba mucha carne con lluvia y frío” durante el torneo de tenis Conde de Godó.
En los espectáculos de motor es habitual ver a chicas con poca y escotada ropa que acompañan a los pilotos de la parrilla. Las paragüeras --como se les llama en el circuito-- son un reclamo comercial para las marcas.
Una 'paragüera' protege a Marc Márquez del sol / CG
Una compensación de 1.000 euros
La norma general es que sean mujeres “guapas, altas y jóvenes”. Pero no hay un criterio fijo. Una azafata presente durante años en el mundo del motor, que prefiere ocultar su nombre, explica a Crónica Global que “la retribución depende del evento deportivo, pero suele estar en torno a los 1.000 euros”.
Varias entidades y partidos políticos ya han pedido que se frene esta polémica en torno a la figura de la mujer. Tras el caso Schweppes, la secretaria de Igualdad de UGT, Eva Gajardo, expresa que “es una situación que se debe de cortar porque atenta contra los derechos”. El sindicato ha pedido a Inspección de Trabajo que estudie los casos y que “se ciña al artículo 18 de la Constitución de derecho a la propia imagen”.
Los políticos atacan
La polémica ha llegado hasta el Palau de la Generalitat. La presidenta del Institut Català de les Dones, Teresa M. Pitarch (CDC), es partidaria de prescindir de las azafatas en los acontecimientos deportivos. "Hacen de la mujer un objeto y se saltan la ley", indica.
El Ayuntamiento de Barcelona también se ha sumado a las protestas para “suprimir la praxis machista de la sociedad”. La edil de feminismo, Laura Pérez, explica que el consistorio ha introducido nuevas cláusulas de contratación y acuerdos con empresas adjudicatarias para el servicio de hostelería.
Azafatas y azafatos de la Vuelta a la Comunidad Valenciana con uniformes cómodos / CG
Las organizaciones políticas han pedido que se frene esta actitud con “fines meramente comerciales”. Consideran que se trata de un “ataque a la dignidad”. De esta forma se manifestó Maria Rovira, concejal de CUP-Capgirem en Barcelona. En un comunicado, también pidió al consistorio que “dé la cara porque es el máximo responsable”. Los antisistema valoran que el equipo de gobierno apoya económicamente la promoción de estos eventos deportivos.
Por otra parte, el grupo municipal de Iniciativa en Montmeló planteó poner fin a la “cosificación femenina”. En una moción, explican que “la desigualdad entre hombres y mujeres no es un producto accidental ni inevitable en la evolución de las sociedades humanas, sino un desenlace de méritos desinteresados”.
El deporte, contra esta práctica
Para combatir este fenómeno social, el mundo del deporte ya ha dedicado esfuerzos. Ha buscado soluciones al problema. Evita que se manche el nombre de la competición, de la ciudad donde se celebra, y de los valores, entre los que está la “igualdad”.
El ciclismo fue el primero en acatarlo. Varias pruebas excluyeron el beso del podio. En el tenis, fue el Masters de Madrid el que tomó la iniciativa. En el torneo de Barcelona, la organización emitió un comunicado para aseverar que no conocía la situación de Raquel Muñoz hasta que acabó la competición.
El ciclismo eliminó el clásico beso en el pódium / CG
El motor tiene la llave del debate a partir de este fin de semana. Hace tres años, el Mundial de Resistencia suprimió las azafatas en circuitos como Le Mans (Francia) y Silverstone (Inglaterra). La pregunta esta en el aire, ¿habrá paragüeras en Montmeló?