La intensa jornada laboral de 32 horas de un médico residente
Los jóvenes titulados, los 'becarios' de la medicina, soportan las guardias más largas e intensas a pesar de tener sueldo de aprendiz
7 mayo, 2017 00:00Las jornadas laborales de hasta 32 horas no ayudan a la formación de un médico residente, una figura semejante, aunque no idéntica, a la del becario. Los conocidos como MIR asumen guardias que elevan el riesgo de cometer errores profesionales y que son perjudiciales tanto para su salud como para los enfermos que les visitan.
Los médicos más jóvenes o que están iniciando su andadura profesional pagan la novatada. Un joven traumatólogo que ha preferido ocultar su nombre explica a Crónica Global que “somos los que más horas hacemos” y también “los que menos cobran”. En los hospitales públicos españoles, los residentes de primero y segundo año perciben entre siete y diez euros de media por la hora de guardia.
Un salario de entre 15.000 y 19.000 euros
Como indica la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos, el salario medio anual de un médico residente se encuentra entre los 15.000 y 19.000 euros. Sus pagas extras no llegan a los 800 euros.
Por norma general, estos recién titulados soportan entre seis y ocho días de guardias al mes. Posteriormente, empalman con la jornada laboral de la mañana siguiente, hasta que llega su día de libranza. 32 horas sin ver la luz del sol.
Aunque prácticamente ningún médico se escapa de las guardias, el peso de las más duras y estresantes suele recaer en estos médicos residentes --20.000 en el territorio español-- y, especialmente, sobre los de primer año. El colectivo MIR avisa de que la mejora de sus condiciones laborales también va ligada al “bienestar de los pacientes”.
Un proceso "muy duro"
La Asociación Española de Médicos Residentes asegura que este proceso es “muy duro”. Eso sí, “necesario” para convertirse en un buen especialista.
Estos médicos ya titulados pero aún en proceso de aprendizaje han pasado previamente por una carrera de seis años. Para entrar en ella se precisan de notas muy altas y de interminables horas de estudio. Una vez en las facultades, cursan prácticas formativas sin cobrar. Como último escollo, deben pasar una prueba de fuego: el examen definitivo para escoger especialidad un año y medio más tarde de haberse licenciado.