Las prostitutas y los policías, dos de los actores principales de la Illa Robador, situada en el distrito barcelonés de Ciutat Vella, no están de acuerdo con las declaraciones que hizo la Síndica de Barcelona este miércoles.
Maria Assumpció Vilà apoyó las quejas vecinales basadas en un clima de dejadez del barrio del Raval, sobre todo en las calles Robador y Sant Rafael, situadas en las inmediaciones de la Filmoteca de Cataluña. El motivo principal era la presencia de prostitutas, además de jeringuillas utilizadas por toxicómanos que frecuentan la zona, y pedía la presencia de más Guardia Urbana, sobre todo, por las noches.
Vigilancia exclusiva
“Pero si es la calle más vigilada de Barcelona”, dice a Crónica Global una fuente policial. Argumenta que hay servicio de los agentes en los tres turnos –mañana, tarde y noche, hasta las dos o tres de la mañana— con una patrulla fija en la zona salvo si surge alguna urgencia en cualquier otro punto del distrito.
“Es una vigilancia exclusiva que no tiene nadie más en la ciudad”, sostiene la misma fuente y añade que, además de la presencia uniformada, también hay agentes de paisano controlando esas calles.
Critica que el Gobierno municipal no deje claro a los vecinos que las prostitutas no dejarán de trabajar en la Illa Robadors. Algo que secundan las propias trabajadoras del sexo: “Queda claro que de Robadors no nos vamos. Y del espacio público, tampoco”, sentencia una portavoz de las meretrices del Raval.
El turismo, mayor problema
Argumenta que la petición de la Síndica de Greuges --equivalente al defensor del pueblo-- de Barcelona responde a una necesidad de los vecinos y sostiene que “todos tenemos derechos, también a dormir con tranquilidad. Pero las situaciones que se dan aquí no siempre tienen como protagonistas a las putas”.
Señala el turismo como uno de los factores que sí son un problema real de la zona y que, en algunas ocasiones, es bastante molesto: “Barcelona sufre una saturación de turistas”. Recuerda que el consistorio está trabajando para paliar el problema de la convivencia en el Raval mediante una mesa de mediación en la que ellas están presentes, junto con comerciantes, vecinos y policías.
“No seremos objeto de desgaste para el Gobierno actual”, concluye.