Cada 23 de abril, diada de Sant Jordi, las calles catalanas se llenan de libros, rosas y gente dispuesta a cumplir con la tradición cultural que se reclama como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad ante la Unesco. El buen tiempo de este domingo en todo el territorio ha impulsado que las calles se llenaran. ¿Menos que en ediciones anteriores? Igual, pero más repartido, según los libreros.
Barcelona no ha sido el único centro neurálgico de la festividad. Las Ramblas --la de Catalunya, la de los Estudios, la dels Caputxins y la de Santa Mónica-- se han llenado, pero sobre todo de barceloneses y de turistas. Sin sumar los transeúntes que viven en otras localidades y que han optado por la ferias de Sant Jordi de sus municipios.
Aglomeraciones habituales
Ello no ha evitado las aglomeraciones. Gente distraída en las paradas de libros y rosas en búsqueda del título deseado y de la flor ideal. En este capítulo, las preferencias no tienen fronteras. Desde las rojas tradicionales a las que llevan purpurina o las azulgranas, ya que el clásico que se jugará esta noche en Madrid también está presente en las calles catalanas.
Los precios, igual de variados. Desde los 2,5 euros que cuestan las flores más económicas hasta lo que la persona esté dispuesta a gastar. Lo importante de Sant Jordi es regalar una rosa a la persona amada. También es tradicional que el coste de las flores fluctúe a lo largo de la jornada. Según pasen las horas, bajará.
A la caza del autor preferido
Otro de los clásicos de la diada más cultural en Cataluña son las largas colas ante los diferentes autores que se han repartido por toda la geografía catalana. Fernando Aramburu ha sido uno de los más buscados. Patria (Tusquets) ha recibido el premio de la Crítica y se da por sentado que será uno de los títulos más vendidos este año.
Las Ramblas de Barcelona, llenas de paradas de libros de Sant Jordi a primera hora de este 23 de abril / EP
“No hay nada comprable con esta celebración”, ha indicado el autor en declaraciones a Europa Press. Es uno de los debutantes, aunque su impresión no dista de la de otras firmas consagradas que ya han vivido con anterioridad un 23 de abril en Cataluña. Como la de la dama de la novela negra, Donna León. “Es fabuloso, el día perfecto”, ha asegurado ante un ejército de fans que esperaban su firma.
Confesiones de los escritores
“Siempre firmo con un boli verde por Lorca”, confesaba el escritor Ian Gibson. El hispanólogo se ha centrado en varias ocasiones en la figura de Federico García Lorca. Igual de espontánea, la alemana Sarah Lark (alter ego de Christane Gohl) explicaba con una sonrisa de oreja a oreja que “una mujer bautizó a su perro con mi nombre”. Conoció al can en Sant Jordi de 2016.
La irlandesa Marian Keynes ha sido paciente con la larga cola de fans que la esperaban con Mi vida: instrucciones de uso (Plaza&Janés) bajo el brazo. “Es increíble tanta gente amando los libros”, aseguraba, “ojalá que en Irlanda y Gran Bretaña tuviéramos una cosa así”. El especialista en historia contemporánea española Paul Preston mantiene que no se cansa de participar en la firma de libros de Sant Jordi. “Soy muy viejo y ni me acuerdo de las veces que he venido”.
Cristina Fernández Cubas, Premio Nacional de Narrativa 2016 por La habitación de Nona, se mostraba feliz rodeada del “cariño” de los lectores. El dramaturgo Petros Márkais declaraba que “Sant Jordi te hace sentir que vale la pena ser escritor” y Pau Donés celebraba el “día del amor y la cultura”. Isabel-Clara Simó señaló que "cuando los lectores te hacen regalos es un momento my dulce", mientras que David Trueba declaró que estaba "muy contento de participar en una fiesta que no consiste en emborracharse".
Apertura de las tiendas
La reivindicación de la jornada ha venido de la mano de los comerciantes.
Han pedido a la Generalitat de Cataluña que les permita subir la persiana cada 23 de abril, aunque caiga en festivo, como este año. Los vendedores quieren aprovechar una jornada en la que las calles se llenan.