Los vecinos de la plaza de las Glòries de Barcelona están hartos. Llevan tres años conviviendo con las obras que se iniciaron en el verano de 2014 y que significaron el primer paso a lo que pretende ser una zona con una mayor movilidad, estructura urbana y espacios verdes.
Fue entonces cuando se derribó el anillo viario por el lado mar y se creó la calzada central para la circulación de los vehículos en sentido norte. En la segunda fase, se derrumbó el lado montaña del mismo anillo y se consolidó el doble ramal con una superficie de forma elíptica para los coches.
500 plazas menos
Son esas dos primeras fases las que han provocado un alud de protestas por parte de los vecinos del distrito de Sant Martí, donde se encuentra la polémica plaza. El motivo de las quejas se debe, sobre todo, a un factor común: las plazas de aparcamiento que han perdido en la vía pública.
“Queremos aparcar”, espetan los vecinos, tras denunciar que, desde el inicio de las obras, han perdido un total de 500 plazas de aparcamiento. Encontrar un sitio, para ellos, “se ha convertido en un martirio, especialmente en determinadas horas”, lo que implica, además de la pérdida de tiempo y de combustible, una complicación extra en el tráfico en una zona especialmente conflictiva.
Situación antigua
Piden al Ayuntamiento de Barcelona que habilite nuevos espacios para aparcar en el entorno de la plaza y que pare la anulación de las plazas que actualmente están en uso.
El consistorio, por su parte, muestra a Crónica Global su sorpresa por el hecho de que la movilización de los vecinos sea ahora. “El túnel –fase actual de las obras— no ha generado una pérdida de aparcamiento. En todo caso fue la deconstrucción de la anilla, pero de eso hace ya tiempo”, explica una portavoz municipal.
En todo caso, añade, el número de plazas perdidas por el proyecto no son 500, pese a que no especifica cuántas.