Su hijo le confesó, a los 18 años, que había sido víctima de abusos sexuales y, desde entonces, su vida se ha convertido en una lucha constante. Manuel Barbero explica a Crónica Global cómo buscó respuestas en la dirección del colegio Maristas, donde ocurrió todo; en la Generalitat, y ante el propio pederasta que abusó de su hijo. Era profesor de gimnasia y, de las 43 denuncias oficiales interpuestas contra docentes del mismo centro, 18 lo acusan a él.
El caso Maristas es el responsable de que se hayan disparado las cifras de los abusos sexuales en los balances de Cataluña y Barcelona.
- ¿Cómo supo lo que le pasó a su hijo?
- Empezó a encerrarse en casa, notamos un cambio de actitud. Se hizo más difícil la convivencia y mi mujer lo presionó hasta que él, por whatsapp, se lo acabó confesando. Le escribió: “Mamá, tengo que decirte una cosa ¿Tú tienes secretos con papá?”, ella le respondió que no y que le contara lo que le pasaba. Él le dijo que el profesor de gimnasia abusó de él en el colegio.
- ¿Qué siente un padre cuando se entera de algo así?
- Mucha rabia. Busqué explicaciones. Los Mossos d’Esquadra me dijeron que mi hijo tenía que estar bien para poner una denuncia, así que esperamos un tiempo. Fui a pedir explicaciones al colegio, el Maristas de Les Corts. Me dijeron que habían echado a Benítez, el profesor de gimnasia, en 2011 porque había abusado de otro menor. Me ocultaron que había una denuncia en curso y también que él se había declarado culpable.
- ¿Cuándo llegó la denuncia de su hijo?
- A principios de 2016, cuando lo vi un poco mejor, decidí ir a poner la denuncia. Pensé que no podía ser que este señor estuviera por ahí dando vueltas, haciendo daño a más gente. Como padre, no lo puedo permitir. A partir de ahí, fue su madre la que cada noche le insistía en denunciar.
- Y la ratificó.
- Sí, seis días después. Y cuando yo leí la denuncia, salió algo de mí que me hizo hacer el famoso cartel que colgué en las farolas del barrio, explicando lo que pasó y que Maristas no se había dignado a buscar más víctimas entre los alumnos. Yo pedía que, si alguien sabía algo, se pusiera en contacto conmigo. No buscaba víctimas, solo un testigo para que mi hijo no fuera solo a un juicio. A partir de ahí, empezaron a entrar denuncias.
- ¿Cuántas hay hoy?
- Oficialmente hay 43, contra 12 profesores de Maristas. Aunque a ese correo también han entrado casos de otros colegios como los Salesianos. He recibido unos cien e-mails que denuncian abusos sexuales, pero también maltrato y vejación por parte de profesores Maristas.
- ¿Qué respuesta recibió?
- Por parte del colegio, negativa. Cuando se hace público un tema de abusos sexuales tan evidente en un centro, lo que no puede haber es una falta de respuesta del mismo. Y lo que no puede hacer un AMPA es concentrarse a favor de la institución, cuando tendría que haber hecho de mediador y ponerse del lado de las víctimas.
- ¿Y la respuesta social?
- La sociedad es inmadura, cada uno se mira el ombligo y no mira los verdaderos problemas. Nos hacemos abanderados de un problema mundial como son ahora los refugiados, pero hay problemas de país muy importantes como la protección del menor y, para protegerlo, no se esta haciendo nada. Haces una concentración a favor de las víctimas y vienen 20 personas. Ahí hay un grave problema.
- ¿Cómo han reaccionado en el ámbito político?
- Hablé con todos los grupos en marzo. Solicité que se hiciera una declaración institucional del tema de los abusos, se votó y salió aprobada por unanimidad. Ese día, se levantaron, aplaudieron y ya está. Ahí está toda la reacción política. Esta semana estoy volviendo a reunirme con ellos para pedir una comisión de investigación.
- ¿Ha hablado con el profesor Benítez en algún momento?
- Sí. Como Maristas no quiso dar explicaciones y el Gobierno está enrocado en otros temas y parece no interesarle este, tenía que pedir explicaciones a quien pudiera. Una de esas personas era el pederasta de mi hijo y hablé con él por teléfono. Me dijo que Maristas lo sabía desde hacía tiempo y que no quería hablar porque su causa estaba abierta, pero que pedía perdón a las víctimas.
- ¿Cuánto duró la conversación?
- Fueron 54 minutos mordiéndome la lengua. Hay que mantener las formas porque, si no, pierdes la razón y tuve que intentar mantenerme para sonsacar. Yo necesito saber y él es el único que puede dar respuestas. Dice que las dará, pero en el juicio.
- ¿Entendió algo después de hablar con él?
- Lo que hizo es una monstruosidad, pero no ha engañado, por lo tanto no lo veo un mentiroso. Lo tiene todo muy calculado, sabe hasta dónde puede llegar y que no lo van a detener, diga lo que diga. Le pedí que fuera valiente y, si lo es, me quedaré tranquilo. Que asuma su culpa y reconozca todo lo que pasó. Si no, me decepcionará.
- Tras el caso de su hijo, usted desveló que también sufrió abusos.
- Sí. La primera persona a la que se lo dije después de 33 años fue a mi hijo. Ni siquiera se lo había dicho a mi mujer. Hice la denuncia pública, pero no pude hacerla efectiva porque no se quién era la persona que abusó de mí. Sé que pertenece a un clan gitano del Polígono Gornal, pero no se quién es.
- ¿Se ha reforzado el vínculo padre-hijo?
- Nuestra relación nunca fue mala, pero como la persona que abusó de él fue un hombre, se ha distanciado de mí en el tema afectivo. No lo hemos conseguido arreglar hasta hace tres o cuatro meses.
- Un año después de los hechos, ¿qué pide?
- Un compromiso y una dotación económica destinada a la protección del menor. Que se dé respuestas a las personas que pusieron las denuncias mediante una comisión, que se les pida perdón públicamente y se les repare, como se pueda, el daño realizado. Lo que no podemos hacer como sociedad es mirar hacia otro lado.