Natalia Ferrari es joven y bonita, aunque ella dice no sentirse identificada con ninguno de los retratos que el cine ha hecho de la prostitución. Esta barcelonesa de 24 años es puta por decisión personal y, a diferencia de la mayoría de sus compañeras, no se esconde detrás de un pseudónimo: “No me apetecía tener una doble vida, fue la decisión más coherente”, explica.
Natalia habla sin embudos, es franca y directa. Cita a Crónica Global en su casa, vestida como una chica corriente, de su edad. Lleva una camiseta con el rostro de quién ha sido el icono de las chicas de la generación de los noventa, Winona Ryder. "Sí, una Winona en cada teta", bromea.
Esta joven podría haberse mantenido en el anonimato, pero su compromiso de acabar con el "discurso mayoritario" la ha impulsado a compartir su experiencia. Su peculiaridad es que trabaja utilizando su nombre propio, dando la cara en redes sociales y foros. Además de prostituta, Ferrrari se considera también activista. Es conocida por su blog personal, y también escribe una columna en Broadly. En sus escritos, defiende la legalización de su profesión y critica el feminismo contrario a la prostitución: "¿Qué es lo peor de ser puta? Las abolicionistas y los hombres machistas", afirma tajante en su blog.
"Estigma social"
Esta barcelonesa de adopción asegura que lo "peor" de su profesión es el "estigma social" que acarrea, más "que el trabajo en sí". Esto hace que otras profesionales del sector utilicen pseudónimos. De esta forma evitan que su nombre real se manche de por vida, afirma la joven. Para ella, su batalla es parecida a la de los homosexuales en otras épocas: "Lo veo muy similar a la discriminación que existía entre las personas homosexuales hace 50 o 60 años: si se enteraban en tu trabajo o tu familia, era una condena social”.
El mundo de la prostitución también esconde una cara amarga. Según la ONU, cada año hay cerca de 140.000 mujeres que acaban atrapadas en redes de explotación en Europa. Ferrari es consciente de la problemática vinculada a la trata de personas, pero invierte muchos esfuerzos en marcar la diferencia que hay entre la libre prostitución y la explotación con fines sexuales. Según la activista, hay un interés en mezclar ambas cuestiones en el debate sobre la prostitución: "Son problemáticas que deberían tratarse por separado", considera.
Mitos de la prostitución
No es lo mismo ser empleada de un supermercado, o abogada, que ejercer la prostitución de forma voluntaria. Ferrari aborda el dilema y defiende que la explotación es un concepto presente en muchos empleos, mal pagados y sin perspectivas. Sostiene, incluso, que sus horarios son mejores que los de otra profesión. Por lo que respecta al salario, esta joven activista, que no ha querido especificar su sueldo mensual, muestra un estilo de vida igual o mejor que otras muchas coetaneas.
Esta prostituta de 24 años no rehuye ninguno de los aspectos que rodean a su profesión. Al ser preguntada por si ha tenido alguna mala experiencia con algún cliente, apela a la condición contractual entre las partes como garantía de que no se cometan abusos: "No solo es el dinero, el cliente tiene que cumplir ciertos requisitos, que en mi caso es que me respete como mujer y como trabajadora sexual", argumenta.