Trabajan ofreciendo sexo por dinero. A veces acompañan a sus clientes a cenas, reuniones y eventos varios. Incluso viajes. Ellas mismas se consideran, en parte, un poco psicólogas: de las que escuchan, pero no aconsejan.
Son prostitutas de lujo y aseguran que su profesión, además de los propios prejuicios sociales con los que acarrea, supone un plus en todos los servicios que necesitan. Entre ellos, las fotografías que publican para anunciarse, además de la elaboración de la propia web o los trabajos informáticos y de mantenimiento que ésta requiere.
Abuso
“En todos los costes que tenemos las prostitutas pagamos un plus. Todos abusan de nosotras solo por dedicarnos a lo que nos dedicamos”, explica a Crónica Global Sara --nombre ficticio--, prostituta de lujo desde hace más de 20 años. “Es otro de los problemas que tenemos al no estar reconocido nuestro trabajo”, añade.
Señala que muchas de sus compañeras no se atreven a ir a un estudio profesional de fotografía y acuden a trabajadores freelance, que se aprovechan de la situación y aumentan sus tarifas. “Mis fotos son caseras y casi siempre autodisparadas, pero cuando recurro a otros, voy a un estudio. Es importante”, argumenta.
Algunos de estos autónomos que se dedican al sector de la prostitución le han llegado a escribir, incluso, para chantajearle y ofrecerle “un reportaje gratuito a cambio de un buen polvo”.
Servicios de limusina
Los precios puede oscilar entre los 150 y los 600 euros, sin IVA, en función de las horas de duración de la sesión; el número de imágenes que se elijan; el papel en el que se imprimen; la posibilidad de contratar estilista o servicio de peluquería y maquillaje; los retoques con Photoshop; el atrezzo y los complementos.
Algunos estudios incluyen opciones de otros niveles más altos como champagne Moët&Chandon; ropa de lujo; suites en hoteles de prestigio de Barcelona o alquiler de veleros, limusinas, coches deportivos y hasta avionetas. Para estos servicios, los precios no se publican en la página web. Quien los quiera, tendrá que consultarlos con el fotógrafo.
“Un freelance acaba de cobrarme 300 euros por ocho fotos”, explica a este medio Mónica, escort desde hace una treintena de años. “A veces me pago una habitación de hotel y, aparte, los 200 euros que me cuesta el reportaje. Y luego dicen que no tenemos proxeneta... nuestros proxenetas son nuestros fotógrafos”, ironiza.