Casi no afecta a Cataluña, al País Vasco o Madrid. Ni siquiera es algo nuevo. Pero 10 comunidades sufren el alarmante fenómeno de la despoblación rural. Una enfermedad que por primera vez ha sido catalogada como “problema de Estado” en la reciente cumbre de presidentes autonómicos.
Las dos Castillas, seguidas de Aragón, Asturias, Galicia, Extremadura, Rioja, Andalucía, sur de Navarra y norte de Valencia lideran la España vacía en la que seis millones de personas disponen del 60% del territorio, como ha resumido el escritor aragonés Sergio del Molino en un brillante ensayo.
La Castilla rural
Los presidentes de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, y de Castilla la Mancha, Emiliano García-Page, tienen motivos para hacer de este un tema capital. La Castilla rural ha pasado en 60 años de cuatro millones de habitantes a poco más de un millón, se han cerrado más de 4.000 escuelas rurales y más de la mitad de la población supera los 65 años en pueblos de menos de 200 habitantes.
Y el INE apunta este negro futuro: de los 552.000 habitantes que España perderá en los próximos 15 años, 402.092 será en estas comunidades. Nada menos que el 73% del total.
“Sólo Japón tiene una demografía con una deriva más negativa que la nuestra”, aseguró Javier Fernández, presidente de Asturias, una de las 10 comunidades con saldo negativo y una población muy dispersa.
El mal también afecta y más a Aragón, donde un 25% de los pueblos ya tienen menos de 100 habitantes. A Galicia, donde el 70% de la gente vive en el 6% del territorio, o a Extremadura, donde ha recordado su presidente, Guillermo Fernández Vara, “cada vez somos menos y más viejos”.
Laponia del sur
Pero no hay nada igual en toda Europa a la llamada Serranía Celtibérica, denominación rescatada de su antiguo pasado prerromano, o Laponia del sur, al unir el frío a una densidad de población de menos de siete habitantes por km2.
La macrorregión incluye casi 1.400 pueblos, se extiende por diez provincias (Soria, Teruel, Guadalajara, Cuenca, Valencia, Castellón, Burgos, Segovia y la Rioja), una extensión de 63.098 km2 (el doble que Bélgica) y una población censada de solo 450.000 habitantes.
Las ayudas europeas
“Es el territorio más desarticulado de la UE”, según Francisco Burillo, catedrático de Prehistoria de la Universidad de Zaragoza. Pero el carácter multiprovincial de la zona impide el reconocimiento y el apoyo económico con fondos específicos a territorios despoblados, como en su día se hizo con Suecia y Finlandia.
Demotanasia, desierto demográfico y etnocidio silencioso son algunos conceptos que ensayan sociólogos y otros escritores cuando se refieren a ella. “Está biológicamente muerta y condenada a su inmediata extinción”, sentencia el periodista Paco Cerdá, autor del libro Los últimos, recién publicado, tras haber recorrido 2.500 kilómetros por ella en busca de las palabras o más bien los silencios de sus postreros moradores.