Jaume Roures está convencido de que un antiguo empleado de su empresa entró en su ordenador y en el de la compañía y realizó una copia de los datos, que después habrían ido a parar a manos del expresidente del Barça, Sandro Rosell, y a su amigo Joan Carles Raventós.
Roures ha denunciado este extremo al juez y éste no sólo ha admitido la querella sino que ha puesto trabajar a la UDEF para desentrañar lo sucedido y, en su caso, confirmar que Roures fue objeto de una conjura criminal para acceder a su intimidad y al material sensible que almacena Mediapro.
Denuncia, si, pero cautela
Roures no puede permitir ese atropello y por eso recurre a la justicia, pero lo hace tragando saliva y midiendo mucho y muy bien sus pasos. No quiere que esa denuncia se vuelva contra él.
Roures sospecha que (de confirmarse el espionaje), aquellos que “agujerearon” su ordenador, se han llevado datos íntimos, sensibles y quizá comprometedores.
Por eso, después de presentar la querella, entregó al juez un escrito en el que afirma que “como quiera que los soportes a los que se refiere la pericial judicial --alude a una serie de discos duros aportados por el magnate de la televisión--, se encuentran comunicaciones epistolares de la esfera personal e íntima del Sr. Roures, hoy querellante, con terceras personas (quienes desean mantener en privado el contenido de dichas comunicaciones y sus identidades), y dado que se trata de información delicada y confidencial no concerniente al hecho investigado en estas diligencias, solicita que se acuerde por el juzgado la adopción de las medidas imprescindibles y necearías para preservar la privacidad de dichas comunicaciones e información en orden a impedir la trascendencia de las mismas fuera del marco de las presentes diligencias de investigación”.
Efecto bumerán
El juez, en el auto que ordena a la policía a que investigue dicho espionaje, deja a criterio de la UDEF la constatación de una concreta intromisión en el terreno íntimo y “personalísimo” del presidente de Mediapro.
La petición de protección por parte de Roures, ha sido respondida de forma dispar y ciertamente curiosa por parte de los querellados.
Así, la exempresa de Rosell, Bonus Sport Marketing, se niega a esa protección de datos y pide trasparencia. “Esta defensa pide que no nos priven de nuestro derecho a conocer todas las pruebas”.
Rosell, resopla…
Sin embargo, Rosell parece especialmente cauto y compresivo con quien le ha denunciado. Y afirma: “Que se preserve la intimidad de las personas que aparezcan tanto si se trata del señor Roures como de cualquiera de los querellados”, es decir, de él mismo.
Raventós reclama trasparencia, poniendo en un brete a Jaume Roures, y considera que el dueño de Mediapro no quiere que se sepa la verdad.
El juez quiere llegar al fondo del asunto con la ayuda de la UDEF, en cuyo criterio confía, y preservará aquellos datos que no tengan que ver directamente con los hechos investigados en este presunto caso de espionaje industrial y personal.